lunes, julio 30, 2007
miércoles, julio 25, 2007
Polvo eres y en galleta te convertirás
¿Se trata de una solución viable para acabar con la hambruna? ¿Es un método eficaz a largo plazo o se trata de algo eventual? ¿Qué demonios tiene todo esto que ver con la Física? Os responderé a la última cuestión: casi nada, pero me mola a rabiar escribir, de cuando en cuando, algún post que se salga de la norma (¿os recuerda algo?). Pero, para que nadie se sienta aludido ni ofendido, os diré que el concepto físico de energía anda deambulando por el problema que estoy planteando e intentando resolver. Bien, lo primero que hay que decir es que, a simple vista, podría pensarse que comerse a los cadáveres galletizados de nuestros más muy mejores amigos no parece ser ni agradable ni muy inteligente ya que todos sabemos que la población mundial crece y crece cada vez más. Luego, siempre habrá más vivos que muertos. Así y todo, la cosa podría tener solución si de cada fiambrepersona se pudiesen alimentar varias nofiambrepersonas. Así que, pensemos un poco y hagamos unos números. Fijaos bien cómo piensa, construye y va avanzando una mente analítica y penetrante como la mía. En primer lugar, necesito conocer el equivalente energético de la materia prima que constituye un cuerpo humano. ¿Dónde encontrarla? Pues en Google, caramba, que para eso está. Tecleo y ¡zas! En cuestión de centésimas de segundo, aparecen miles de páginas. Me voy a una que parece fiable, cuya fuente es la FAO (Food and Agricultural Organization of the United Nations) y allí me encuentro justo lo que necesito. Resulta que somos un 61,6 % de agua (el anuncio de la tele está equivocado), 17 % de proteínas, 13,8 % de grasas, 1,5 % de carbohidratos y 6,1 % de minerales (¿será por eso que hay gente que dice que soy una mina?). Ahora bien, cuando bebemos un vaso de agua o un refresco sin azúcar, se supone que no ingerimos calorías. Por tanto, haré la suposición más que razonable de que, tanto el agua como los minerales, no contribuyen al contenido energético de un cuerpo humano. El siguiente paso consiste en averiguar la equivalencia calórica de las proteínas, los carbohidratos y las grasas. El dato me lo encuentro en un documento del “REAL DECRETO 2180/2004, de 12 de noviembre, por el que se modifica la norma de etiquetado sobre propiedades nutritivas de los productos alimenticios, aprobada por el Real Decreto 930/1992, de 17 de julio”. Allí dice que, tanto 1 gramo de proteínas como de carbohidratos, contienen 4 kcal, mientras que la misma cantidad de grasas aportan 9 kcal. Como el gobierno no me merece mucha confianza, trato de comprobarlo. Me dirijo a la despensa de mi humilde cocina y cojo tres paquetes diferentes: uno de cereales de desayuno Krispies, otro de galletas Chiquilín y un tercero de galletas integrales María (son cojonudas, las venden en el Lidl). Leo su contenido desglosado y aplico los parámetros anteriores. Me salen 381,5 kcal para los Krispies (en la caja pone 382 kcal), 466,7 kcal para Chiquilín (470,5 kcal figuran en la etiqueta) y 422,3 kcal para María Integral (el mismo número que en el paquete. Lidl siempre gana). Parece que mi desconfianza inicial se va desvaneciendo.
Según todo lo anterior, al desangrar, destripar, descuartizar, despiezar, triturar, moler y compactar un cadáver de 65 kg obtendremos unos 11 kg de proteínas, casi 9 kilogramos de grasas y algo menos de 1 kg de hidratos de carbono. O lo que es lo mismo, le sacamos los higadillos a cada muerto y disponemos de 128.830 kcal por cada uno. Según la misma FAO que decía un poco más arriba, las necesidades energéticas promedio de un hombre (las mujeres necesitan algo menos) ascienden a unas 2640 kcal por día. Quiere esto decir que podemos reducir nuestra alimentación diaria a un 2 % de chopped de muerto. Para que lo entienda la gente que no está acostumbrada a conceptos físicos tan abastractos, lo que quiero decir es que un muerto proporciona unas 2577 galletas verdes. Si cada pastita de carne fría decrépita pesa 10 gramos, los vivitos y coleando deben ingerir 50 de ellas diariamente, lo que hacen algo más de 51 días para acabar con cada carné de identidad. En tan sólo un año el consumo de galletas por barba se eleva a 18.000 unidades o, equivalentemente, algo más de 7 difuntos enteritos, con su pelito y sus uñitas.
A la vista de este dato contundente, cabe pensar en alguna solución imaginativa. No quisiera terminar sin proponer yo mismo una (otra la podéis encontrar en la figura de al lado) y sin animaros a vosotros a hacer lo mismo. Pongamos por caso que una raza alienígena con intenciones benefactoras hubiese velado por nosotros desde el Neolítico (hace unos 7000 años) y hubiese ido reciclando a todos los “seres humanos” que iban feneciendo. De haber sido así, hoy en día dispondríamos de una megadespensa con casi 150 mil millones de cuerpos galletizados (aquí podéis ver una estimación de este número). Habría alimento suficiente para toda la población mundial actual durante casi 3 años y medio. Menos da un muerto, digo...una galleta.
Publicado por Astur en 21:22 7 comentarios
martes, julio 24, 2007
Los Simpsons, La Quedada
Venga animaros, que sea buena o mala la película da igual; siempre antes y después podremos repetir escenas y frases famosas de la serie para reirnos...y para muestra un botón...
"Alf ha vuelto. En forma de chapas..."
Publicado por Feinstone en 22:43 2 comentarios
lunes, julio 23, 2007
Ni contigo ni sin ti
En segundo lugar, tenemos la cuestión de la densidad de un objeto de semejantes dimensiones, como es la descomunal nave nodriza alienígena. En la película se puede apreciar que su forma es aproximadamente cilíndrica y, deteniendo la imagen en un fotograma, se puede deducir que su altura es casi la décima parte de su diámetro. Así pues, conocemos su masa y conocemos su volumen (el de un cilindro de diámetro y altura conocidos). Por tanto, la densidad obtenida es de unos 2 millones de kilogramos por metro cúbico, o sea, unas 2000 veces superior a la del agua. O vienen de un planeta muy seco o sus naves no son anfibias. No sé si una densidad como la anterior os dice algo, pero resulta que si le echáis un vistazo a la Tabla Periódica de los Elementos, el que tiene mayor densidad es el osmio y ésta resulta ser de 22.600 kilogramos por metro cúbico, más o menos 22,6 veces superior a la del agua. Y eso que he supuesto que la nave nodriza es un cilindro macizo, cosa bastante irreal ya que en su interior debe de haber huecos para albergar a los pasajeros, instrumental, naves de ataque, etc.
Finalmente, tengo que daros una decepción, ya que todo lo que os he contado hasta ahora nunca debería de haber sucedido, pues una nave con la cuarta parte de la masa de la Luna, si frenase desde una velocidad tan modesta (para una nave alienígena supermegagigaavanzada) como 40.000 km/h, la pérdida de energía cinética que experimentaría, y que se transformaría en calor radiado hacia la Tierra equivaldría, aproximadamente, a la energía calorífica emitida por el Sol durante unos 38 minutos. ¿Os imagináis tener al Sol a tan sólo 36.000 km de distancia durante 38 interminables minutos?
Publicado por Astur en 01:58 2 comentarios
viernes, julio 20, 2007
El Recetario de Amatoyoshi.
Na para deciros a lso que les interese que el recetario a sido.....
Remodelado XD, ale aver si sigo con el que lo tengo un poco muerto.
www.Amatoyoshi.blogspot.com
Publicado por Amatoyoshi en 19:49 0 comentarios
jueves, julio 19, 2007
El disparo más caro de la historia
En este mismo momento que me siento a escribir me vienen a la memoria varias películas en las que se destruye todo un planeta hasta reducirlo a pequeños pedruscos por no decir a pura fosfatina. En la primera secuela de El planeta de los simios es nuestro planeta el que es destruido por una poderosa bomba. También en la agradable y animada Titán A.E. es la Tierra la que sufre un destino similar a manos de una raza alienígena. El hogar de nuestro extraterrestre favorito, Kal-El, el frío mundo de Krypton es aniquilado por su sol, Rao, justo después de ser enviado por su padre, Jor-El, rumbo a la Tierra. Los reactores nucleares en Altair IV, el hogar de los extinguidos krell en Planeta prohibido, son utilizados para acabar con todo el planeta llevándose consigo al monstruo del id, el yo subconsciente del profesor Morbius. Y, por último, el planeta Alderaan, en Star Wars IV, reducido a añicos por la temible Estrella de la Muerte. Quizá esté último ejemplo, junto con el primero, sean los más llamativos debido a que solamente se emplea una única arma para acabar con ellos. Estudiaremos un poco más detenidamente cuáles son los requisitos para acabar con todo un mundo y hacerlo desaparecer en la inmensidad del espacio infinito.
Cuando se forma un planeta o cualquier otro cuerpo con una determinada masa se requiere una cierta cantidad de energía. También ocurre algo similar cuando se desea reunir en una cierta región del espacio un conjunto de cargas eléctricas. Imaginad que al principio, no existe ninguna carga y traéis hasta ese lugar una. Evidentemente, no os costará ningún trabajo mientras esa región no esté influenciada por otras cargas próximas. Cuando ya tenéis situada la primera carga, si deseáis llevar una segunda hasta sus alrededores, os costará un cierto esfuerzo que deberéis realizar a costa de un gasto de energía si las dos cargas tienen el mismo signo ya que ambas tienden a repelerse y “no quieren” acercarse entre sí. En el caso de que tuviesen cargas opuestas, se requeriría la misma cantidad de energía, con la salvedad de que en este caso esa energía “corre por cuenta” de la propia fuerza eléctrica entre ellas. Para entenderlo mejor: si dejáis caer una bola por una pendiente, la energía gastada para llegar abajo es la misma que la que se necesita para empujarla hasta el punto desde donde la dejastéis caer al principio. En el primer caso, la energía la pone la gravedad y en el segundo la ponen vuestros brazos. Los físicos solemos decir que el trabajo es realizado por el campo gravitatorio o en contra del mismo, respectivamente. Bien, después de este rollete aclaratorio para los no iniciados, sigo con la reunión de cargas o de masas, que no hay mucha diferencia entre un caso y el otro. Una vez que tenemos las dos cargas, si queremos trasladar una tercera, habrá que vencer el campo eléctrico creado por las otras dos; para una cuarta, el campo creado por las otras tres y así sucesivamente hasta que hemos terminado. A la suma de todas esas energías gastadas se le llama energía de ligadura del sistema. Y ¿cuál es su importancia? Pues que si quisiéramos volver a reducir el sistema de cargas eléctricas a su estado original, es decir, todas ellas separadas y muy lejos las unas de las otras, volveríamos a necesitar una cantidad de energía igual a la energía de ligadura para conseguir nuestro propósito. Y esto que sucede para un sistema de cargas eléctricas también se cumple para un sistema de masas como puede ser un planeta (ahora la energía es de origen gravitatorio). Y llegamos al quid de la cuestión. Cuando se suman todas esas energías requeridas para ir acumulando pequeñas cantidades de masa hasta reunir la masa total del planeta, resulta que el valor final es proporcional al cuadrado de la masa del planeta e inversamente proporcional a su radio, siendo la constante de proporcionalidad la constante de la gravitación universal que aparecce en la ley de Newton. Queda solamente, pues, sustituir los valores de esos tres parámetros y se obtiene la energía necesaria para formar el planeta en cuestión o, análogamente, para destruirlo, que es lo que nos ocupa en este momento. Solamente para destruir minúsculos cuerpos astronómicos, como los más pequeños asteroides que se encuentran entre las órbitas de Marte y Júpiter o los diminutos satélites de Marte (Fobos y Deimos, con diámetros de 10 km y 6 km, respectivamente) sería necesario todo el arsenal nuclear terrestre. Para la Tierra, se necesitarían unos 375 millones de cuatrillones de Joules, es decir, la misma energía que se liberaría si hiciésemos detonar 4 trillones de bombas como la de Hiroshima. Si las 5.999.999.999 personas que habitan actualmente en nuestro planeta (me he excluido yo porque tengo que seguir escribiendo este blog) se pusiesen a fabricar una bomba cada segundo emplearían cerca de 20 años. El consumo energético mundial durante el pasado año 2003 fue de unos 440 trillones de Joules. Esto significa que para destruir un cuerpo masivo como la Tierra sería necesario el consumo energético mundial correspondiente al año 2003, pero durante ¡¡60 veces la edad del Universo!!
Finalmente, si hacemos caso de los datos que figuran en Internet sobre el planeta Alderaan, su diámetro estimado es de unos 5500 km y su gravedad superficial parece similar a la terrestre, ya que en toda la saga de La guerra de las galaxias, los personajes que por allí pululan, siempre parecen desplazarse de forma análoga a como nos movemos aquí en la superficie de la Tierra. De esta forma, podemos estimar la masa del hogar de la princesa Leia en 0,2 veces la del nuestro y, por consiguiente, "únicamente" (nótese la fina y sutil ironía) se requiere el 8% de la energía estimada un poco más arriba. ¿No resulta un tanto pretenciosa la exhibición de poder del comandante Grand Moff Tarking?
Lo peor es que ahora empezaréis a especular y proponerme todo tipo de formas de generar energía capaces de satisfacer vuestra morbosa e inagotable sed de sangre. Allá vosotros y vuestras conciencias, mis queridos y sanguinarios lectores
Publicado por Astur en 23:13 8 comentarios
Mono + Mona = Monito
Bueno, hacia ya timepo que no colgaba nada, jeje mas que nada porque no encontraba nada a al altura, pero hoy, hoy he encontrado algo que me ha puesto los pelos de punta, El niño predicador!!!!, que segun el toda evolucion demostrada hasta ahora son mentiras, y todo en su totalidad esta creado por... el unico, el inconfundible, el eeeeeeeeeessss, Dioooooooooos!!!!
P.D.: el niño hay un trozo que parece que te va a lanzarun kamehame XDD
pero el estado de Kansas me obliga a presentar la alternativa de la iglesia a la teoria de la evolucion.
Publicado por Amatoyoshi en 18:23 1 comentarios
miércoles, julio 18, 2007
paraMagneto, diaMagneto y ferroMagneto
Veamos, suelen contar los libros que existen tres tipos principales de materiales magnéticos: los paramagnéticos, los diamagnéticos y los ferromagnéticos (existen otras categorías pero, de momento, con estas me apaño). Detengámonos un poco en cada uno de ellos.
Los átomos que constituyen toda la materia que conocemos están formados, básicamente, por electrones y un núcleo donde se encuentran los protones y los neutrones. Utilizando una imagen clásica (esto quiere decir que no está basada en la física cuántica, que es la que describe el comportamiento de la materia a nivel atómico y subatómico), se pueden visualizar las órbitas electrónicas como pequeñas espiras o circuitos de corriente eléctrica (una corriente eléctrica es, en pocas palabras, un movimiento ordenado de cargas eléctricas). Estas corrientes eléctricas microscópicas son capaces de generar campos magnéticos propios, comportándose así como minúsculos imanes que se caracterizan por un parámetro de carácter vectorial denominado momento magnético. Debido a que, habitualmente, las espiras están orientadas al azar a lo largo de todo el material, la suma de todos los momentos magnéticos de todos los átomos o moléculas que conforman dicho material se hace cero, aún cuando el momento magnético de cada átomo o molécula particular no lo sea. Suele decirse que este material tiene momentos magnéticos permanentes. Sin embargo, si se somete a estos materiales a un campo magnético externo, el alineamiento al azar puede desaparecer parcialmente y aparece una orientación también parcial en la dirección del campo magnético externo. Esto tiene como consecuencia que estos dos campos, el externo y el producido por el propio material sumen sus efectos, apareciendo una fuerza de atracción entre el material y el agente productor del campo magnético externo (un imán, por ejemplo), con la salvedad de que esta fuerza suele ser débil. Por otro lado, la temperatura se opone a todo este proceso ya que aquélla contribuye al desorden de los momentos magnéticos de los átomos. Cuanto más alta sea la temperatura, más desordenados estarán los momentos magnéticos y tanto más difícil será alinearlos en la dirección de un campo magnético aplicado. Los materiales que se comportan de este modo reciben el nombre de paramagnéticos y los momentos magnéticos atómicos permanentes se deben a que poseen lo que se llama “electrones desapareados”. Entre los materiales paramagnéticos podemos encontrar el aluminio, el platino, el manganeso y el cromo, entre otros.
Los materiales diamagnéticos se caracterizan por tener “electrones apareados”, o lo que es lo mismo, el momento magnético de cada átomo particular es cero. Cuando se aplica un campo magnético exterior, se induce la aparición de momentos magnéticos no nulos en cada átomo, pero que, precisamente por tratarse de corrientes eléctricas inducidas y, según la ley de Faraday, tienden a alinearse de tal forma que el campo magnético interno que producen es contrario al aplicado, dando lugar a la aparición de una fuerza repulsiva, otra vez entre el material diamagnético y el agente originador del campo magnético externo. A diferencia de lo que sucede con el paramagnetismo, el diamagnetismo es independiente de la temperatura. Materiales diamagnéticos son el bismuto, la plata, el agua, el cobre, el helio y muchos otros. Si se acercase un imán a un pedazo de aluminio (que es paramagnético), éste se vería atraído muy débilmente. En cambio, se puede repeler una pequeña cantidad de agua con ayuda de un imán suficientemente potente.
Por último, los materiales denominados ferromagnéticos están formados por lo que llamamos dominios magnéticos, que son regiones microscópicas caracterizadas porque en ellas todos los momentos magnéticos de los átomos que allí se encuentran están alineados en la misma dirección, aunque ésta no tiene por qué ser la misma en un dominio y cualquier otro contiguo. Al aplicar el campo magnético exterior, el tamaño de estos dominios se modifica, aumentando si las direcciones de los momentos magnéticos dentro del dominio son parecidas a la del campo magnético externo y disminuyendo cuanto más diferentes sean. Al acercar un imán a un material ferromagnético, éste se magnetiza fuertemente, apareciendo una fuerza atractiva grande. Entre los materiales ferromagnéticos se pueden citar el hierro (cuando la temperatura es superior a 768 ºC se hace paramagnético de forma espontánea), el acero, el níquel y el cobalto. Por eso, al aproximar un imán a un pedazo de hierro, éste se ve fuertemente atraído.
Y llegados a este punto, supongo que llevaréis ya un buen rato haciéndoos la siguiente pregunta: ¿Qué rayos tiene todo esto que ver con Magneto y sus habilidades mutantes? Bien. Un poco de paciencia, mis queridos X-lectores.
Como cuenta mi colega James Kakalios en su libro "La física de los superhéroes", el hierro que se encuentra de forma natural en la sangre está presente en la hemoglobina, una proteína que se utiliza con la misión de recoger y transportar el oxígeno cuando respiramos y evacuar el dióxido de carbono para luego exhalarlo. Dependiendo de que el hierro presente en la hemoglobina capture una molécula de oxígeno o una de dióxido de carbono, la combinación química del hierro con el oxígeno (óxido de hierro) puede dar lugar o no a un compuesto que puede ser magnético o no. Por ejemplo, la magnetita (óxido formado por tres átomos de hierro y cuatro de oxígeno) sí que tiene propiedades magnéticas, pero la hematita (óxido formado por dos átomos de hierro y tres de oxígeno) no las presenta. Así que en un momento dado, la cantidad de óxido de hierro con propiedades magnéticas que puede haber presente en la sangre de un ser humano es variable. Quizá esto justifique el malvado plan de Magneto al hacer inyectar hierro adicional en la sangre de su carcelero. Más bien da la sensación de ser una técnica de evasión bastante chapucera, pues el hierro presente en el organismo reacciona fácilmente con el peróxido, lo cual da lugar a la aparición de los nada deseables radicales libres, enormemente dañinos para el material genético de las células. Además, el exceso de hierro provoca terribles daños colaterales en el hígado, en el corazón y en el páncreas. A juzgar por la escena de la película, cuando Magneto vuelve a extraer el hierro excedente inyectado por Mística en el cuerpo del celador, pueden verse esferitas que a buen seguro pesarán unos cuantos gramos. Con haber esperado un poco, la muerte no hubiera tardado en llegar de forma totalmente natural, pues se estima que un solo gramo de hierro en el organismo puede provocar un envenenamiento serio y tres gramos son mortales de necesidad para un niño pequeño. De todas formas, puede que ni siquiera le hubiese hecho falta acudir a tan abyecto método (y un poco gore, pues extrae el hierro del cuerpo del carcelero a través de la ropa, matando al inquilino de una forma bastante sanguinaria), ya que si realmente Magneto quiere ser conocido como el Señor Absoluto del Magnetismo, podría haberse aprovechado de las propiedades diamagnéticas que posee la molécula de agua. En efecto, cuando al agua se le aplica un campo magnético, los momentos magnéticos atómicos que se inducen son tales que se oponen a este campo, repeliéndolo. Si se diseña cuidadosamente la disposición del campo magnético aplicado se puede hacer levitar un ser vivo debido a que gran parte de su cuerpo está constituido por agua. Y esto es lo que han conseguido en la universidad holandesa de Nijmegen (aquí podéis ver unos vídeos de ranas, saltamontes, fresas y agua levitando en presencia de campos magnéticos). Nuestro querido Magneto bien podía haberse ahorrado la inyección de hierro. Aunque también nos hubiera privado de esta maravillosa escena.
Publicado por Astur en 00:37 3 comentarios
domingo, julio 15, 2007
martes, julio 10, 2007
Ordenando Fénixes
Muchos ya estáis avisados, pero por si no...en un principio este Sábado 14 pretendemos ir a ver Harry Potter a la maquinista (horario por consultar). Quien quiera apuntarse que me lo haga saber (de la manera que queráis; acepto mensajes de paracaidistas por ejemplo), más que nada porque al querer ir en sábado lo mejor es comprar las entradas por anticipado. A ver si cuanto antes ya me deciís algo (aunque de algunos ya tengo las respuestas).
Que la Fuerza Os Acompañe!
Publicado por Feinstone en 22:44 2 comentarios
Respuesta
Bueno, la respuesta que se suponía correcta hasta ahora sería:
Eso se produce debido al llamado Efecto Meissner, según el cual un material superconductor (lo negro) se convierte en un material diamagnético (material en cuyo interior el campo magnético es nulo) al enfriarlo por debajo de cierta temperatura. Ésto (que sea nulo el campo en el interior), hace que el material rechace la interacción magnética del imán( ya que en su interior el campo magnético es nulo), haciendo que el imán se vea obligado a "flotar" en el aire.
En cristiano:
El campo magnético del imán atraviesa el superconductor como el agua una esponja. Una vez enfriado, se "impermeabiliza" al paso del campo, haciendo que flote el imán como una pelota de ping-pong en un chorro de agua
Sin embargo lo que ha dicho Feins lo aclara todo más...así que él es el que está detras de todo esto....hummmm
Publicado por Astur en 17:22 3 comentarios
lunes, julio 09, 2007
Menuda cabeza la mia...
Publicado por Feinstone en 22:49 0 comentarios
domingo, julio 08, 2007
Friki Formers!
Publicado por Feinstone en 14:12 0 comentarios
lunes, julio 02, 2007
Experimento
Ya que Feins propuso un caso clínico, me dió la idea de poner algo de lo que me sea más cercano a mí (ya como lo que sé de medicina y cero es lo mismo). Es un experimento que para mi gusto es la mar de vistoso.
La cuestión es: ¿Porqué ocurre eso?.
Una pista para quien quiera intentar sacar porque ocurre:
-Lo que vierten en el recipiente es nitrógeno líquido.
Publicado por Astur en 00:27 4 comentarios