lunes, julio 30, 2007

miércoles, julio 25, 2007

Polvo eres y en galleta te convertirás

Nueva York, año 2022. La ciudad ha alcanzado una población superior a los 40 millones de habitantes. El planeta entero padece una superpoblación insostenible. El suicidio ha dejado de ser un delito e, incluso, está promovido por el gobierno. La eutanasia está a la orden del día y se ha convertido en poco menos que un espectáculo audiovisual con todo tipo de comodidades, mientras el individuo es liquidado. El pan, la carne y los vegetales frescos se venden en el mercado negro a unos precios que ni las hipotecas actuales. La gente se pelea por un alimento sintético, en forma de inocentes galletas verdosas, denominado “soylent green” (soylent es una contracción de las palabras inglesas “soybean”, que significa semilla de soja y “lentil”, que significa lenteja). En este mundo apocalíptico, el detective Robert Thorn investiga un extraño caso de asesinato. A medida que avanza en sus pesquisas, una realidad terrible va haciéndose evidente. Su venerable compañero, Sol Roth, que actúa como enciclopedia viviente (el papel es demasiado caro) la descubre antes y, no pudiendo soportarla, decide acabar con su vida en un centro de eutanasia. Cuando Thorn llega es demasiado tarde, pero decide seguir, en secreto, al vehículo fúnebre. Éste se dirige a una planta de producción de soylent green, donde se revela la espeluznante verdad en la frase que pronuncia Thorn: “Soylent green is people” (“Las galletitas son gente”, según mi libre traducción). La humanidad se está alimentando de cadáveres.

¿Se trata de una solución viable para acabar con la hambruna? ¿Es un método eficaz a largo plazo o se trata de algo eventual? ¿Qué demonios tiene todo esto que ver con la Física? Os responderé a la última cuestión: casi nada, pero me mola a rabiar escribir, de cuando en cuando, algún post que se salga de la norma (¿os recuerda algo?). Pero, para que nadie se sienta aludido ni ofendido, os diré que el concepto físico de energía anda deambulando por el problema que estoy planteando e intentando resolver. Bien, lo primero que hay que decir es que, a simple vista, podría pensarse que comerse a los cadáveres galletizados de nuestros más muy mejores amigos no parece ser ni agradable ni muy inteligente ya que todos sabemos que la población mundial crece y crece cada vez más. Luego, siempre habrá más vivos que muertos. Así y todo, la cosa podría tener solución si de cada fiambrepersona se pudiesen alimentar varias nofiambrepersonas. Así que, pensemos un poco y hagamos unos números. Fijaos bien cómo piensa, construye y va avanzando una mente analítica y penetrante como la mía. En primer lugar, necesito conocer el equivalente energético de la materia prima que constituye un cuerpo humano. ¿Dónde encontrarla? Pues en Google, caramba, que para eso está. Tecleo y ¡zas! En cuestión de centésimas de segundo, aparecen miles de páginas. Me voy a una que parece fiable, cuya fuente es la FAO (Food and Agricultural Organization of the United Nations) y allí me encuentro justo lo que necesito. Resulta que somos un 61,6 % de agua (el anuncio de la tele está equivocado), 17 % de proteínas, 13,8 % de grasas, 1,5 % de carbohidratos y 6,1 % de minerales (¿será por eso que hay gente que dice que soy una mina?). Ahora bien, cuando bebemos un vaso de agua o un refresco sin azúcar, se supone que no ingerimos calorías. Por tanto, haré la suposición más que razonable de que, tanto el agua como los minerales, no contribuyen al contenido energético de un cuerpo humano. El siguiente paso consiste en averiguar la equivalencia calórica de las proteínas, los carbohidratos y las grasas. El dato me lo encuentro en un documento del “REAL DECRETO 2180/2004, de 12 de noviembre, por el que se modifica la norma de etiquetado sobre propiedades nutritivas de los productos alimenticios, aprobada por el Real Decreto 930/1992, de 17 de julio”. Allí dice que, tanto 1 gramo de proteínas como de carbohidratos, contienen 4 kcal, mientras que la misma cantidad de grasas aportan 9 kcal. Como el gobierno no me merece mucha confianza, trato de comprobarlo. Me dirijo a la despensa de mi humilde cocina y cojo tres paquetes diferentes: uno de cereales de desayuno Krispies, otro de galletas Chiquilín y un tercero de galletas integrales María (son cojonudas, las venden en el Lidl). Leo su contenido desglosado y aplico los parámetros anteriores. Me salen 381,5 kcal para los Krispies (en la caja pone 382 kcal), 466,7 kcal para Chiquilín (470,5 kcal figuran en la etiqueta) y 422,3 kcal para María Integral (el mismo número que en el paquete. Lidl siempre gana). Parece que mi desconfianza inicial se va desvaneciendo.








Según todo lo anterior, al desangrar, destripar, descuartizar, despiezar, triturar, moler y compactar un cadáver de 65 kg obtendremos unos 11 kg de proteínas, casi 9 kilogramos de grasas y algo menos de 1 kg de hidratos de carbono. O lo que es lo mismo, le sacamos los higadillos a cada muerto y disponemos de 128.830 kcal por cada uno. Según la misma FAO que decía un poco más arriba, las necesidades energéticas promedio de un hombre (las mujeres necesitan algo menos) ascienden a unas 2640 kcal por día. Quiere esto decir que podemos reducir nuestra alimentación diaria a un 2 % de chopped de muerto. Para que lo entienda la gente que no está acostumbrada a conceptos físicos tan abastractos, lo que quiero decir es que un muerto proporciona unas 2577 galletas verdes. Si cada pastita de carne fría decrépita pesa 10 gramos, los vivitos y coleando deben ingerir 50 de ellas diariamente, lo que hacen algo más de 51 días para acabar con cada carné de identidad. En tan sólo un año el consumo de galletas por barba se eleva a 18.000 unidades o, equivalentemente, algo más de 7 difuntos enteritos, con su pelito y sus uñitas.










A la vista de este dato contundente, cabe pensar en alguna solución imaginativa. No quisiera terminar sin proponer yo mismo una (otra la podéis encontrar en la figura de al lado) y sin animaros a vosotros a hacer lo mismo. Pongamos por caso que una raza alienígena con intenciones benefactoras hubiese velado por nosotros desde el Neolítico (hace unos 7000 años) y hubiese ido reciclando a todos los “seres humanos” que iban feneciendo. De haber sido así, hoy en día dispondríamos de una megadespensa con casi 150 mil millones de cuerpos galletizados (aquí podéis ver una estimación de este número). Habría alimento suficiente para toda la población mundial actual durante casi 3 años y medio. Menos da un muerto, digo...una galleta.


martes, julio 24, 2007

Los Simpsons, La Quedada

Bueno, como sabéis estos días se estrenará la película de Los Simpsons, y como no podía ser menos ya hemos empezado a movilizarnos para acudir al cine el Sábado 28 Julio (Cines La Maquinista), hora aún por confirmar. Pero bueno, todo el que tenga pensado apuntarse que me lo haga saber porque al igual que con Harry Potter, estaria bien comprar las entraditas por adelantado que sino luego nos encontramos compuestos y sin Homer...
Venga animaros, que sea buena o mala la película da igual; siempre antes y después podremos repetir escenas y frases famosas de la serie para reirnos...y para muestra un botón...

"Alf ha vuelto. En forma de chapas..."

lunes, julio 23, 2007

Ni contigo ni sin ti

En esta ocasión voy a discutir una de las joyas que refulgen con más esplendor en mi clase de Física en la Ciencia Ficción. Se trata de Independence Day, el folletín norteamericano dirigido por Roland Emmerich en 1996 y protagonizada por el graciosillo Will Smith y Jeff Goldblum (en su tropecientosmilésimo papel de genio incomprendido). El argumento es de lo más manido: la típica invasión de extraterrestres malvados con ganas de arrasar la Tierra (con lo grande que es el Universo y todos vienen aquí a parar). Para ello, llegan a bordo de una gigantesca nave nodriza, cuya masa es igual a la cuarta parte de la masa de nuestra Luna y su diámetro es de unos 550 km. Se aproxima hasta alcanzar la órbita geoestacionaria (es la distancia a la que un objeto gira con la misma velocidad de rotación de la Tierra, permaneciendo fija su posición sobre un punto de la misma) a 36.000 km de altura. De la gigantesca mole surgen otras naves menores de 25 km de diámetro que se dirigen a las principales ciudades del mundo con aviesas intenciones. Y con esto basta para mis propósitos porque no pienso contaros nada más. En cambio, sí pienso discutir algunas de las consecuencias que conllevarían las cifras dadas arriba.

La primera de ellas tiene que ver con los efectos de marea que provocaría la nave nodriza al aproximarse hasta 36.000 km de distancia de nosotros, es decir, una décima parte de la que nos separa de la Luna, pero con el agravante de poseer una masa solamente cuatro veces menor. La ley de la gravitación universal de Newton permite afirmar que la fuerza de atracción entre la nave nodriza y la Tierra es 25 veces mayor que entre esta última y la Luna. De esta forma, las mareas producidas en nuestros mares y océanos serían realmente espeluznantes. Eso no es todo, ya que, asimismo, provocaría enormes tensiones y fracturas en la corteza terrestre que darían lugar a terremotos. Otro problema menos conocido tendría que ver con la presencia de un tercer cuerpo en el sistema Tierra+Luna, ya que la nave extraterrestre tiene una masa nada despreciable en comparación con las de los otros dos cuerpos que forman parte del sistema. Esto se conoce en física con el nombre de “problema de los tres cuerpos” y no posee una solución conocida en el caso que nos ocupa (sí se conoce cuando la masa de uno de los tres cuerpos es despreciable frente a las de los otros). Lo más probable es que la dinámica (el movimiento) del sistema fuese de tipo caótico, es decir, que pequeñas perturbaciones en las condiciones iniciales podrían desencadenar efectos muy grandes en el movimiento del sistema, quizá haciendo inestables las órbitas.

En segundo lugar, tenemos la cuestión de la densidad de un objeto de semejantes dimensiones, como es la descomunal nave nodriza alienígena. En la película se puede apreciar que su forma es aproximadamente cilíndrica y, deteniendo la imagen en un fotograma, se puede deducir que su altura es casi la décima parte de su diámetro. Así pues, conocemos su masa y conocemos su volumen (el de un cilindro de diámetro y altura conocidos). Por tanto, la densidad obtenida es de unos 2 millones de kilogramos por metro cúbico, o sea, unas 2000 veces superior a la del agua. O vienen de un planeta muy seco o sus naves no son anfibias. No sé si una densidad como la anterior os dice algo, pero resulta que si le echáis un vistazo a la Tabla Periódica de los Elementos, el que tiene mayor densidad es el osmio y ésta resulta ser de 22.600 kilogramos por metro cúbico, más o menos 22,6 veces superior a la del agua. Y eso que he supuesto que la nave nodriza es un cilindro macizo, cosa bastante irreal ya que en su interior debe de haber huecos para albergar a los pasajeros, instrumental, naves de ataque, etc.

Armado con la densidad anterior, puedo determinar la masa de cada una de las naves de menor tamaño (25 km de diámetro) y ésta resulta ser la nada despreciable cantidad de 2000 billones de toneladas (una diezmilésima parte de la masa de la nave nodriza). Y eso trae otro problema muy serio. Cuando uno de esos platos voladores se acerca a nuestras ciudades, la sobrepresión que debe ejercer sobre el aire que se encuentra justo por debajo del cilindro debe ser tal que iguale al peso por unidad de superficie de la propia nave. Resultado: 400.000 atmósferas. Esta sería la presión que habría en el fondo de un océano cuya profundidad fuese de 4000 kilómetros (y su agua tuviese densidad constante). Por si este dato no fuese lo suficientemente contundente, os diré que los cimientos de un edificio no soportan sobrepresiones superiores a unas pocas atmósferas (menos de diez, dependiendo del material en concreto del que estén construidas) y que la sobrepresión del aire a 10 km de una explosión nuclear medianamente “normal” es de unas 5 atmósferas. Ya veis que no es para nada necesario que los alienígenas se lancen alegremente al combate cuerpo a cuerpo (nave a nave) contra Will Smith y sus camaradas patriotas. Les bastaría con acercarse a nuestras ciudades, pueblos y edificios y simplemente colocarse tranquilamente encima. Nos pasaría como a los deportistas inexpertos ante una situación extraordinaria como puede ser una finalísima, no seríamos capaces de soportar la presión (soportar la presión…¿lo pilláis?).

Al final de la película, nuestros amigos norteamericanos, tan eficientes como siempre en los finales de las películas, consiguen infiltrar un virus informático (eso sí, procedente de un ordenador Apple) en los sistemas alienígenas, inutilizando sus campos de fuerza protectores y posibilitando su destrucción. Las naves invasoras se precipitan hacia el suelo, donde caen con estrépito. Hasta aquí la cosa parece muy normal ¿no es cierto? Pero los que ya empezáis a conocerme, seguro que sospecháis que alguna sorpresa os aguarda agazapada en lo más profundo de mi mente analítica y escrutadora. Pues, efectivamente, así es. Si una nave con una masa como la que ya os dije en el párrafo anterior (2000 billones de toneladas) se desplomase desde una altura de unos 2 km, toda su energía potencial se transformaría en energía cinética al contactar con el suelo. Esta energía se calcula multiplicando la masa de la nave por la aceleración de la gravedad y por la distancia desde la que cae, arrojando este cálculo un resultado de nada menos que 10.000 megatones, es decir, unas 500 bombas nucleares medianamente potentes. Pocos sistemas de autodestrucción más eficaces soy capaz de imaginar. Estos alienígenas son mucho más inteligentes que los incautos humanos que intentan derribarlos, sin saber que se están destruyendo a sí mismos.

Finalmente, tengo que daros una decepción, ya que todo lo que os he contado hasta ahora nunca debería de haber sucedido, pues una nave con la cuarta parte de la masa de la Luna, si frenase desde una velocidad tan modesta (para una nave alienígena supermegagigaavanzada) como 40.000 km/h, la pérdida de energía cinética que experimentaría, y que se transformaría en calor radiado hacia la Tierra equivaldría, aproximadamente, a la energía calorífica emitida por el Sol durante unos 38 minutos. ¿Os imagináis tener al Sol a tan sólo 36.000 km de distancia durante 38 interminables minutos?

viernes, julio 20, 2007

El Recetario de Amatoyoshi.

Na para deciros a lso que les interese que el recetario a sido.....

Remodelado XD, ale aver si sigo con el que lo tengo un poco muerto.


www.Amatoyoshi.blogspot.com

jueves, julio 19, 2007

El disparo más caro de la historia

En este mismo momento que me siento a escribir me vienen a la memoria varias películas en las que se destruye todo un planeta hasta reducirlo a pequeños pedruscos por no decir a pura fosfatina. En la primera secuela de El planeta de los simios es nuestro planeta el que es destruido por una poderosa bomba. También en la agradable y animada Titán A.E. es la Tierra la que sufre un destino similar a manos de una raza alienígena. El hogar de nuestro extraterrestre favorito, Kal-El, el frío mundo de Krypton es aniquilado por su sol, Rao, justo después de ser enviado por su padre, Jor-El, rumbo a la Tierra. Los reactores nucleares en Altair IV, el hogar de los extinguidos krell en Planeta prohibido, son utilizados para acabar con todo el planeta llevándose consigo al monstruo del id, el yo subconsciente del profesor Morbius. Y, por último, el planeta Alderaan, en Star Wars IV, reducido a añicos por la temible Estrella de la Muerte. Quizá esté último ejemplo, junto con el primero, sean los más llamativos debido a que solamente se emplea una única arma para acabar con ellos. Estudiaremos un poco más detenidamente cuáles son los requisitos para acabar con todo un mundo y hacerlo desaparecer en la inmensidad del espacio infinito.

Cuando se forma un planeta o cualquier otro cuerpo con una determinada masa se requiere una cierta cantidad de energía. También ocurre algo similar cuando se desea reunir en una cierta región del espacio un conjunto de cargas eléctricas. Imaginad que al principio, no existe ninguna carga y traéis hasta ese lugar una. Evidentemente, no os costará ningún trabajo mientras esa región no esté influenciada por otras cargas próximas. Cuando ya tenéis situada la primera carga, si deseáis llevar una segunda hasta sus alrededores, os costará un cierto esfuerzo que deberéis realizar a costa de un gasto de energía si las dos cargas tienen el mismo signo ya que ambas tienden a repelerse y “no quieren” acercarse entre sí. En el caso de que tuviesen cargas opuestas, se requeriría la misma cantidad de energía, con la salvedad de que en este caso esa energía “corre por cuenta” de la propia fuerza eléctrica entre ellas. Para entenderlo mejor: si dejáis caer una bola por una pendiente, la energía gastada para llegar abajo es la misma que la que se necesita para empujarla hasta el punto desde donde la dejastéis caer al principio. En el primer caso, la energía la pone la gravedad y en el segundo la ponen vuestros brazos. Los físicos solemos decir que el trabajo es realizado por el campo gravitatorio o en contra del mismo, respectivamente. Bien, después de este rollete aclaratorio para los no iniciados, sigo con la reunión de cargas o de masas, que no hay mucha diferencia entre un caso y el otro. Una vez que tenemos las dos cargas, si queremos trasladar una tercera, habrá que vencer el campo eléctrico creado por las otras dos; para una cuarta, el campo creado por las otras tres y así sucesivamente hasta que hemos terminado. A la suma de todas esas energías gastadas se le llama energía de ligadura del sistema. Y ¿cuál es su importancia? Pues que si quisiéramos volver a reducir el sistema de cargas eléctricas a su estado original, es decir, todas ellas separadas y muy lejos las unas de las otras, volveríamos a necesitar una cantidad de energía igual a la energía de ligadura para conseguir nuestro propósito. Y esto que sucede para un sistema de cargas eléctricas también se cumple para un sistema de masas como puede ser un planeta (ahora la energía es de origen gravitatorio). Y llegamos al quid de la cuestión. Cuando se suman todas esas energías requeridas para ir acumulando pequeñas cantidades de masa hasta reunir la masa total del planeta, resulta que el valor final es proporcional al cuadrado de la masa del planeta e inversamente proporcional a su radio, siendo la constante de proporcionalidad la constante de la gravitación universal que aparecce en la ley de Newton. Queda solamente, pues, sustituir los valores de esos tres parámetros y se obtiene la energía necesaria para formar el planeta en cuestión o, análogamente, para destruirlo, que es lo que nos ocupa en este momento. Solamente para destruir minúsculos cuerpos astronómicos, como los más pequeños asteroides que se encuentran entre las órbitas de Marte y Júpiter o los diminutos satélites de Marte (Fobos y Deimos, con diámetros de 10 km y 6 km, respectivamente) sería necesario todo el arsenal nuclear terrestre. Para la Tierra, se necesitarían unos 375 millones de cuatrillones de Joules, es decir, la misma energía que se liberaría si hiciésemos detonar 4 trillones de bombas como la de Hiroshima. Si las 5.999.999.999 personas que habitan actualmente en nuestro planeta (me he excluido yo porque tengo que seguir escribiendo este blog) se pusiesen a fabricar una bomba cada segundo emplearían cerca de 20 años. El consumo energético mundial durante el pasado año 2003 fue de unos 440 trillones de Joules. Esto significa que para destruir un cuerpo masivo como la Tierra sería necesario el consumo energético mundial correspondiente al año 2003, pero durante ¡¡60 veces la edad del Universo!!

Finalmente, si hacemos caso de los datos que figuran en Internet sobre el planeta Alderaan, su diámetro estimado es de unos 5500 km y su gravedad superficial parece similar a la terrestre, ya que en toda la saga de La guerra de las galaxias, los personajes que por allí pululan, siempre parecen desplazarse de forma análoga a como nos movemos aquí en la superficie de la Tierra. De esta forma, podemos estimar la masa del hogar de la princesa Leia en 0,2 veces la del nuestro y, por consiguiente, "únicamente" (nótese la fina y sutil ironía) se requiere el 8% de la energía estimada un poco más arriba. ¿No resulta un tanto pretenciosa la exhibición de poder del comandante Grand Moff Tarking?

Lo peor es que ahora empezaréis a especular y proponerme todo tipo de formas de generar energía capaces de satisfacer vuestra morbosa e inagotable sed de sangre. Allá vosotros y vuestras conciencias, mis queridos y sanguinarios lectores

Mono + Mona = Monito

Bueno, hacia ya timepo que no colgaba nada, jeje mas que nada porque no encontraba nada a al altura, pero hoy, hoy he encontrado algo que me ha puesto los pelos de punta, El niño predicador!!!!, que segun el toda evolucion demostrada hasta ahora son mentiras, y todo en su totalidad esta creado por... el unico, el inconfundible, el eeeeeeeeeessss, Dioooooooooos!!!!


P.D.: el niño hay un trozo que parece que te va a lanzarun kamehame XDD
pero el estado de Kansas me obliga a presentar la alternativa de la iglesia a la teoria de la evolucion.

miércoles, julio 18, 2007

paraMagneto, diaMagneto y ferroMagneto

















Uno de los supervillanos más conocidos del fandom es Magneto, el Señor del Magnetismo, y archienemigo de los X-men. Llevado al cine recientemente en una trilogía (X-men, 2000; X2, 2003; X-men 3: la decisión final, 2006), un tanto descafeinada en comparación con la extensa historia proporcionada por la compañía MARVEL, donde ya apareció en el primer ejemplar de X-men en septiembre de 1963. Magneto es capaz de crear y de manipular campos magnéticos, aparentemente con la fuerza de su voluntad. Así, consigue levantar, volcar, frenar casi todo tipo de objetos: coches, camiones, aviones y personas. Cuando tiene la mala suerte de ser atrapado, es encerrado a buen recaudo en una prisión construida de un material plástico, por si las moscas (mejor dicho, por si los campos magnéticos). De todas formas, también consigue evadirse de esta prisión tan poco convencional, utilizando la complicidad de Mística, la mutante polimórfica, que ha sido capaz de inocular hierro en el flujo sanguíneo de uno de los guardias. ¿Distan estas cosas mucho o poco de la realidad?

Veamos, suelen contar los libros que existen tres tipos principales de materiales magnéticos: los paramagnéticos, los diamagnéticos y los ferromagnéticos (existen otras categorías pero, de momento, con estas me apaño). Detengámonos un poco en cada uno de ellos.

Los átomos que constituyen toda la materia que conocemos están formados, básicamente, por electrones y un núcleo donde se encuentran los protones y los neutrones. Utilizando una imagen clásica (esto quiere decir que no está basada en la física cuántica, que es la que describe el comportamiento de la materia a nivel atómico y subatómico), se pueden visualizar las órbitas electrónicas como pequeñas espiras o circuitos de corriente eléctrica (una corriente eléctrica es, en pocas palabras, un movimiento ordenado de cargas eléctricas). Estas corrientes eléctricas microscópicas son capaces de generar campos magnéticos propios, comportándose así como minúsculos imanes que se caracterizan por un parámetro de carácter vectorial denominado momento magnético. Debido a que, habitualmente, las espiras están orientadas al azar a lo largo de todo el material, la suma de todos los momentos magnéticos de todos los átomos o moléculas que conforman dicho material se hace cero, aún cuando el momento magnético de cada átomo o molécula particular no lo sea. Suele decirse que este material tiene momentos magnéticos permanentes. Sin embargo, si se somete a estos materiales a un campo magnético externo, el alineamiento al azar puede desaparecer parcialmente y aparece una orientación también parcial en la dirección del campo magnético externo. Esto tiene como consecuencia que estos dos campos, el externo y el producido por el propio material sumen sus efectos, apareciendo una fuerza de atracción entre el material y el agente productor del campo magnético externo (un imán, por ejemplo), con la salvedad de que esta fuerza suele ser débil. Por otro lado, la temperatura se opone a todo este proceso ya que aquélla contribuye al desorden de los momentos magnéticos de los átomos. Cuanto más alta sea la temperatura, más desordenados estarán los momentos magnéticos y tanto más difícil será alinearlos en la dirección de un campo magnético aplicado. Los materiales que se comportan de este modo reciben el nombre de paramagnéticos y los momentos magnéticos atómicos permanentes se deben a que poseen lo que se llama “electrones desapareados”. Entre los materiales paramagnéticos podemos encontrar el aluminio, el platino, el manganeso y el cromo, entre otros.

Los materiales diamagnéticos se caracterizan por tener “electrones apareados”, o lo que es lo mismo, el momento magnético de cada átomo particular es cero. Cuando se aplica un campo magnético exterior, se induce la aparición de momentos magnéticos no nulos en cada átomo, pero que, precisamente por tratarse de corrientes eléctricas inducidas y, según la ley de Faraday, tienden a alinearse de tal forma que el campo magnético interno que producen es contrario al aplicado, dando lugar a la aparición de una fuerza repulsiva, otra vez entre el material diamagnético y el agente originador del campo magnético externo. A diferencia de lo que sucede con el paramagnetismo, el diamagnetismo es independiente de la temperatura. Materiales diamagnéticos son el bismuto, la plata, el agua, el cobre, el helio y muchos otros. Si se acercase un imán a un pedazo de aluminio (que es paramagnético), éste se vería atraído muy débilmente. En cambio, se puede repeler una pequeña cantidad de agua con ayuda de un imán suficientemente potente.

Por último, los materiales denominados ferromagnéticos están formados por lo que llamamos dominios magnéticos, que son regiones microscópicas caracterizadas porque en ellas todos los momentos magnéticos de los átomos que allí se encuentran están alineados en la misma dirección, aunque ésta no tiene por qué ser la misma en un dominio y cualquier otro contiguo. Al aplicar el campo magnético exterior, el tamaño de estos dominios se modifica, aumentando si las direcciones de los momentos magnéticos dentro del dominio son parecidas a la del campo magnético externo y disminuyendo cuanto más diferentes sean. Al acercar un imán a un material ferromagnético, éste se magnetiza fuertemente, apareciendo una fuerza atractiva grande. Entre los materiales ferromagnéticos se pueden citar el hierro (cuando la temperatura es superior a 768 ºC se hace paramagnético de forma espontánea), el acero, el níquel y el cobalto. Por eso, al aproximar un imán a un pedazo de hierro, éste se ve fuertemente atraído.

Y llegados a este punto, supongo que llevaréis ya un buen rato haciéndoos la siguiente pregunta: ¿Qué rayos tiene todo esto que ver con Magneto y sus habilidades mutantes? Bien. Un poco de paciencia, mis queridos X-lectores.

Como cuenta mi colega James Kakalios en su libro "La física de los superhéroes", el hierro que se encuentra de forma natural en la sangre está presente en la
hemoglobina, una proteína que se utiliza con la misión de recoger y transportar el oxígeno cuando respiramos y evacuar el dióxido de carbono para luego exhalarlo. Dependiendo de que el hierro presente en la hemoglobina capture una molécula de oxígeno o una de dióxido de carbono, la combinación química del hierro con el oxígeno (óxido de hierro) puede dar lugar o no a un compuesto que puede ser magnético o no. Por ejemplo, la magnetita (óxido formado por tres átomos de hierro y cuatro de oxígeno) sí que tiene propiedades magnéticas, pero la hematita (óxido formado por dos átomos de hierro y tres de oxígeno) no las presenta. Así que en un momento dado, la cantidad de óxido de hierro con propiedades magnéticas que puede haber presente en la sangre de un ser humano es variable. Quizá esto justifique el malvado plan de Magneto al hacer inyectar hierro adicional en la sangre de su carcelero. Más bien da la sensación de ser una técnica de evasión bastante chapucera, pues el hierro presente en el organismo reacciona fácilmente con el peróxido, lo cual da lugar a la aparición de los nada deseables radicales libres, enormemente dañinos para el material genético de las células. Además, el exceso de hierro provoca terribles daños colaterales en el hígado, en el corazón y en el páncreas. A juzgar por la escena de la película, cuando Magneto vuelve a extraer el hierro excedente inyectado por Mística en el cuerpo del celador, pueden verse esferitas que a buen seguro pesarán unos cuantos gramos. Con haber esperado un poco, la muerte no hubiera tardado en llegar de forma totalmente natural, pues se estima que un solo gramo de hierro en el organismo puede provocar un envenenamiento serio y tres gramos son mortales de necesidad para un niño pequeño. De todas formas, puede que ni siquiera le hubiese hecho falta acudir a tan abyecto método (y un poco gore, pues extrae el hierro del cuerpo del carcelero a través de la ropa, matando al inquilino de una forma bastante sanguinaria), ya que si realmente Magneto quiere ser conocido como el Señor Absoluto del Magnetismo, podría haberse aprovechado de las propiedades diamagnéticas que posee la molécula de agua. En efecto, cuando al agua se le aplica un campo magnético, los momentos magnéticos atómicos que se inducen son tales que se oponen a este campo, repeliéndolo. Si se diseña cuidadosamente la disposición del campo magnético aplicado se puede hacer levitar un ser vivo debido a que gran parte de su cuerpo está constituido por agua. Y esto es lo que han conseguido en la universidad holandesa de Nijmegen (aquí podéis ver unos vídeos de ranas, saltamontes, fresas y agua levitando en presencia de campos magnéticos). Nuestro querido Magneto bien podía haberse ahorrado la inyección de hierro. Aunque también nos hubiera privado de esta maravillosa escena.

domingo, julio 15, 2007

...

martes, julio 10, 2007

Ordenando Fénixes

Muchos ya estáis avisados, pero por si no...en un principio este Sábado 14 pretendemos ir a ver Harry Potter a la maquinista (horario por consultar). Quien quiera apuntarse que me lo haga saber (de la manera que queráis; acepto mensajes de paracaidistas por ejemplo), más que nada porque al querer ir en sábado lo mejor es comprar las entradas por anticipado. A ver si cuanto antes ya me deciís algo (aunque de algunos ya tengo las respuestas).

Que la Fuerza Os Acompañe!

Respuesta

Bueno, la respuesta que se suponía correcta hasta ahora sería:
Eso se produce debido al llamado Efecto Meissner, según el cual un material superconductor (lo negro) se convierte en un material diamagnético (material en cuyo interior el campo magnético es nulo) al enfriarlo por debajo de cierta temperatura. Ésto (que sea nulo el campo en el interior), hace que el material rechace la interacción magnética del imán( ya que en su interior el campo magnético es nulo), haciendo que el imán se vea obligado a "flotar" en el aire.

En cristiano:

El campo magnético del imán atraviesa el superconductor como el agua una esponja. Una vez enfriado, se "impermeabiliza" al paso del campo, haciendo que flote el imán como una pelota de ping-pong en un chorro de agua



Sin embargo lo que ha dicho Feins lo aclara todo más...así que él es el que está detras de todo esto....hummmm

lunes, julio 09, 2007

Menuda cabeza la mia...


Pues si, menuda cabeza la mía...No es que sea partidario de los San Fermines ni nada de eso en particular, pero teniendo esta imagen debería haberla colgado en su día.....Si es que esto de hacerse mayor tiene un precio muy elevado hehehe.

domingo, julio 08, 2007

Friki Formers!

A la espera de recibir la explicación al anterior video colgado por Astur (y a la que tenga yo un pelín más de tiempo para escribir), aqui va un video algo más sencillo de entender :P
Venga un Saludo y Que la Fuerza Os Acompañe!


lunes, julio 02, 2007

Experimento

Ya que Feins propuso un caso clínico, me dió la idea de poner algo de lo que me sea más cercano a mí (ya como lo que sé de medicina y cero es lo mismo). Es un experimento que para mi gusto es la mar de vistoso.



La cuestión es: ¿Porqué ocurre eso?.
Una pista para quien quiera intentar sacar porque ocurre:
-Lo que vierten en el recipiente es nitrógeno líquido.