viernes, septiembre 28, 2007

Family of Warcraft

Para todos los viciados del WoW, aquí tenéis una manera de "enganchar" al perro...


La próxima entrega: "¿Y qué hacemos con el niño?"

Demasiado freaky suelto



En este mundo hay demasiado freaky suelto... y tienen además demasiado tiempo libre para poder subir sus videos al Youtube...

miércoles, septiembre 26, 2007

Como NO hay que robar.

Aqui un video de seguridad de un supermercado, en el que podemos ver un "ladron" el cual se mete la del atun el solo.

http://www.glumbert.com/media/badrobber

P.D.: El momento justo despues de subir a la escalera, mi preferido XD.

martes, septiembre 25, 2007

Un dos tres, responda...

Bueno, para variar, un post creado por mí mismo.

Os propongo un pequeño enigma en base a este video:



-¿Por qué solo se hunden al quedarse quietos, y no al moverse?
-Esta para nota. ¿En que propiedad/principio/Ley física se basa el fenómeno?

En una semana mas o menos pondré la respuesta.

PD: Para los vagos o los internautas, como pista tenéis el título del vídeo.
PD2: Feins, tu no puedes participar que ya te la sabes :P

domingo, septiembre 23, 2007

Haberlos haylos o ¿dónde está Wally?

Quizá os haya comentado en alguna ocasión que un viejo anhelo de la raza humana siempre ha sido el viaje en el tiempo, construir una máquina capaz de transportarnos a otras épocas donde poder cazar dinosaurios, como hacen los protagonistas de El sonido del trueno (A sound of thunder, 2005), visitar el viejo oeste americano, como Marty McFly en Regreso al futuro III (Back to the future part III, 1990) o estudiar la historia de un lugar en la misma fecha que tuvo lugar y que ahora podemos encontrar en los libros de texto, tal y como les ocurre a los viajeros de Timeline (Timeline, 2003) y tantos otros ejemplos diseminados por decenas de películas y relatos. Todos estos ejemplos de viajes en el tiempo tienen en común una característica muy particular: siempre abordan el tema del viaje al pasado. Y ahí está el meollo del asunto que quiero tratar en este artículo. El viaje al pasado presenta una dificultad, digamos “técnica”. Se trata de la paradoja causal. La más famosa se conoce como “paradoja del abuelo”, aunque también puede recibir otras denominaciones. Consiste en lo siguiente: supón que dispones de una máquina del tiempo, que viajas al pasado y que matas cruelmente a tu abuelo materno (con el paterno también sirve) antes de que conozca a vuestra abuela materna. La primera consecuencia es que tu santa madre no habrá nacido y tú no existirás. Pero si no existes, ¿cómo es que has viajado al pasado y asesinado a tu abuelo? Más aún, si no te lo has cargado y has sido capaz de salir del vientre de tu mamá, entonces has podido liquidarlo y otra vez volvemos al principio. Se genera así un círculo vicioso enloquecedor denominado paradoja. Una de las películas más célebres donde se presenta este argumento es Terminator (The terminator, 1984). En un futuro no muy lejano (qué apropiado me ha quedado este trozo de frase) trataré este tema de las paradojas y algunas formas de resolverlas. De momento, quiero centrarme en otro de estos, aparentemente irresolubles, rompecabezas lógicos. No es otro que el problema de la supuesta ausencia de viajeros del tiempo. Si el viaje al pasado es posible, ¿no debería estar el futuro ahí fuera, al igual que la verdad del agente Mulder? Es más, si el futuro existe y se han construido o existen las máquinas del tiempo, ¿dónde están los viajeros del tiempo y por qué no tenemos noticias de ellos?

Esta sencilla y, al mismo tiempo, espeluznante pregunta ha preocupado a los científicos desde los albores de la teoría de la relatividad de Einstein y ha traído de cabeza desde los años 80 al mismísimo Stephen Hawking. Unos han utilizado la falta de evidencias como excusa para negar la posibilidad real del viaje al pasado; en cambio, otros han tratado de encontrar respuestas al interrogante. De entre éstas, voy a contaros 5 que aparecen recopiladas por el profesor Jim Al- Khalili en su estupendo libro Black Holes, Wormholes & Time Machines. Son éstas:

• Posiblemente exista alguna ley física aún no descubierta que prohíbe el viaje al pasado. Esta ley recibe el nombre de “protección cronológica” y su nombre fue propuesto por Stephen Hawking. Puede que la energía necesaria para viajar sea directamente proporcional a la distancia temporal elevada a una potencia grande o siga una ley exponencial o algo similar. Así, sólo se podría viajar a épocas pasadas relativamente recientes y vuestros (al final del post entenderéis por qué he puesto “vuestros” y no “nuestros”) descendientes futuros solamente serían capaces de alcanzar épocas que no llegan a la vuestra (al final del post entenderéis por qué he puesto “vuestra” y no “nuestra”).
• Los trabajos teóricos de Frank J. Tipler acerca de sus famosos cilindros, en los años 70, permiten concluir que una máquina del tiempo artificial sólo puede viajar hasta el instante mismo en que se construyó, nunca más atrás. Esto significa que si fuese construida en el año 2348 y la utilizásemos 20 años después, no seríamos nunca capaces de transportarnos hasta el año 2345, por ejemplo, y mucho menos a vuestra (al final del post entenderéis por qué he puesto “vuestra” y no “nuestra”) época actual. La única solución plausible consistiría en disponer de una máquina del tiempo natural (agujero negro, agujero de gusano o similar) que hubiese existido desde mucho tiempo atrás, pero a lo peor no existe ninguna o no se encuentra cerca de nosotros.
• Quizá existen universos paralelos (este tema también lo abordaré en otro futuro vuestro) y el nuestro, en particular, no haya sido afortunado en ser visitado aún.
• Los viajeros no quieren visitar vuestra época. No me extraña. Hay guerras por todos lados, hambre, enfermedades, culebrones de TV, series interminables como Perdidos, donde no se descubre nada de nada episodio tras episodio, macarras al volante, cambios climáticos sí y cambios climáticos no, ordenadores con Windows Vista, sueldos de 1000 euros que incluyen trabajar fines de semana hasta las 10 de la noche, ufólogos que denuncian a periodistas, peatones que se detienen en pasos de cebra para que pasen los coches, etc, etc, etc. Hay épocas mucho más interesantes, seguro.
• Los viajeros del tiempo están entre nosotros, pero saben pasar desapercibidos.

Existen otras, como la debida al profesor Curt Cutler, quien definió el denominado “horizonte de Cauchy”, una región alrededor de la máquina del tiempo donde ésta funcionaría. Fuera de ella, la máquina es inoperante. Podéis vosotros mismos contribuir a la lista, proponiendo otros motivos o razones para explicar. Se aceptan. Voy a detenerme un poco en la última de ellas. Si estuviesen aquí entre vosotros, ¿cómo los podríais reconocer? Resultarían sospechosos, por ejemplo, por la forma de vestir, como le ocurre a Malcolm McDowell en Los pasajeros del tiempo (Time after time, 1979) que viaja ataviado con traje de la época victoriana persiguiendo nada menos que a Jack el destripador. Los protagonistas de la trilogía de Terminator eluden este detalle viajando siempre en pelota picada. También se les podría reconocer por el lenguaje con el que se comunicasen, ya que las lenguas evolucionan en el tiempo de forma apreciable. Otra forma de descubrirlos podría ser observando su inoperancia con tecnología obsoleta para ellos. Si procediesen de un futuro muy lejano quizá no supiesen de la existencia o el funcionamiento de un ordenador con Windows, un teléfono móvil, un coche con neumáticos, etc. Si tuvieséis que elegir a una persona que conocéis y que podría ser un viajero del tiempo ¿a quién escogeríais? Yo lo tengo claro: Michael Jackson. Suplantó la fisonomía de un afroamericano pequeño, se oculta tras múltiples adaptaciones metamórficas de su cuerpo, en ocasiones se cubre boca y nariz porque se deterioran, como le pasaba a Liam Neeson en Darkman (Darkman, 1990), se protege con un paraguas de la radiación ultravioleta y se oculta en un rancho con niños. ¿Hacen falta más pruebas?

En el estupendo libro Breaking the Time Barrier de Jenny Randles, se cuentan algunos casos de posibles viajeros del tiempo. De la misma autora, esta vez en edición española, os recomiendo Viajando en el tiempo. En él se relatan experiencias recopiladas por esta mujer sobre lo que ella propone pueden haber sido viajes involuntarios en el tiempo. Leedlo con escepticismo, eso siempre. Yo os he advertido, que conste. Yo voy a haceros aquí un brevísimo resumen de algunas de las cosas que en la primera de las dos obras mencionadas se pueden encontrar.

El increíble Nikola Tesla, al que tanto debemos, construyó a finales del siglo XIX en Colorado Springs una enorme torre de 70 metros de altura que estaba coronada por una inmensa esfera de cobre donde se generaban hasta 10 millones de volts. En los alrededores del recinto se observaban toda clase de fenómenos extraños, tales como grifos por los que parecían salir chorros de chispas en lugar de agua, bombillas que resplandecían a 30 metros de distancia, açun a pesar de estar apagadas, caballos electrocutados por sus herraduras, mariposas envueltas en chisporroteos y muchas cosas más. Por cierto, este ambiente aparece reflejado en la reciente película El truco final (The Prestige, 2006). En cierta ocasión, cuando Tesla estaba llevando a cabo un experimento con 3,5 millones de volts fue alcanzado en un hombro por una descarga. Dejó por escrito las sensaciones que había experimentado, como una profunda alteración del sentido del tiempo y lo utilizó para intentar obtener fondos con el fin de financiar la construcción de una máquina del tiempo (algún ejemplo más reciente de lo mismo puede ser el caso del profesor Ronald Mallett). No se conocen más noticias acerca de Tesla y su posible éxito. Otro caso célebre fue el de John Lucas, un estudiante de matemáticas en la década de los 80, que tuvo la brillante idea (pero se quedó tan sólo en eso, una idea) de abrir una cuenta bancaria en la que la gente iría dejando donativos pequeños con la intención de que, gracias a los intereses, en el futuro alguien dispusiese de los fondos requeridos para llevar a cabo la construcción de una máquina del tiempo y se la enviase de vuelta al pasado al mismo Lucas. ¿Cuándo se dio cuenta este muchacho avispado de que su idea no había funcionado? Pues en el mismo momento de abrir la cuenta. En ese justo instante la máquina debería de haberse materializado ante sus ojos, ya que habría sido enviada desde un futuro arbitrariamente lejano. Aún sigue esperando…

Más sorprendentes (y a más de uno le podrán parecer hasta graciosas o incluso ridículas) resultan ser las historias de Steven Gibbs y su resonador hiperdimensional, vendido por Internet al precio absolutamente popular de 360 dólares. Eso sí, el simpático de Steven advertía de la posibilidad de que el artefacto no llegase a funcionar o ,peor aún, que el usuario quedase atrapado irremediablemente en el pasado. Tony Bassett y su bioenergizer (esto suena a conejo de Duracell), ofrecido asimismo a 500 pavos, con garantía de devolución del importe, ya que según afirmaba el inventor, no todas las personas reaccionaban del mismo modo ante la máquina. Pretendía que su invento había sido adquirido por científicos de prestigio de un hospital en Londres, pero que querían permanecer en el anonimato para salvaguardar su imagen. Dejando a un lado el posible tono humorístico, lo que hace sospechar de estos individuos, aparte del precio, es que si alguien consiguiese construir realmente una máquina del tiempo, entonces mantener el secreto sería prácticamente imposible, pues deberían de aparecer sus versiones del futuro por todos lados en el presente. Por supuesto, siempre que no haya ninguna ley física que lo impida.

Otros casos no resultan tan simpáticos. Por ejemplo, el 2 de noviembre del año 2000 empezaron a surgir en una página de Internet mensajes firmados por un tal John Titor, afirmando ser un viajero llegado del año 2036 viajando más rápido que la luz. En 2004, otro individuo que se hacía llamar profesor Opmmur afirmaba provenir de 2039, haber encontrado a Titor en 2034 y que éste había fallecido en 2038 a causa de una gripe. Vadim Chernobrov, del Instituto de Aviación en Moscú, afirma que Albert Einstein formaba parte de los experimentos militares de Estados Unidos y que habían conducido accidentalmente al viaje en el tiempo. Cree que el propio Einstein destruyó la documentación para evitar el uso de la máquina como arma de guerra. ¿No está nada mal la paranoia mental de este pollo, eh? Pero, a ver quién es el guapo que le demuestra lo contrario. Menudo guión que se podría escribir. El mismo Chernobrov afirma haber tenido éxito en la construcción de una máquina del tiempo. Al parecer, ésta consistiría en un conjunto de esferas de distintos tamaños, incluidas unas dentro de las otras (al estilo de las famosas muñecas matrioskas rusas), fabricadas con electroimanes superconductores que funcionarían a temperaturas extremadamente bajas. La esfera más interna sería el habitáculo del pasajero, pero era tan pequeña que sólo tenía unos pocos centímetros de diámetro. Inicialmente, fue capaz de conseguir viajes de medio segundo en una hora, es decir, 12 segundos al día. Posteriormente, en los años 90 logró duplicar este lapso temporal. Fue en este momento cuando decidió enviar pasajeros vivos (al principio sólo había probado con relojes atómicos) tales como insectos y ratones que, por supuesto, fallecieron (siempre falla algo, como con los ovnis y los extraterrestres) y, aunque no hubiera sido así, ¿qué les iba a preguntar a la vuelta? Menos mal que los técnicos del laboratorio tenían pruebas contundentes del éxito del experimento, como náuseas, mareos o ampollas en la piel. Ya sabéis, cuando vuestra chica esté embarazada y se queme en la playa, preguntadle de qué época viene.

Continuando con el amigo Chernobrov, en 1996 presentó sus resultados en un congreso en San Petersburgo (siempre es mejor en casa que en una revista de prestigio, por si acaso no te entienden o te tienen manía). Estaba convencido de que conseguir mayores diferencias temporales era tan sólo cuestión de energía y de disponer de la tecnología precisa. En cierta ocasión, durante uno de los experimentos logró una diferencia temporal de 12 minutos (y dale con los múltiplos de 12), pero ni él mismo entendía cómo había sido posible, pues nunca más fue capaz de conseguirlo. Finalmente, en el año 2003 afirmó haber empleado seres humanos como viajeros. Yo fui uno de ellos y ahora mismo os escribo desde el, para vosotros lejano, 802701. Aquí todo es perfecto: no existen ordenadores con Windows, Apple aún existe y no tiene competencia (yo mismo os escribo desde uno), las series de TV sólo tienen una temporada y el cambio climático es un cuento…

viernes, septiembre 21, 2007

Una de miedo...

Os pongo en situación...Imagináos tranquilos viajando en un cómodo avión y...en primerísima clase!!! Sí señor! Primera clase!!! Os acomodáis, hacéis vuestro hueco del trasero en el asiento, estiráis las piernas y echáis un vistazo a vuestro alrededor. De repente, vuestro corazón da un respingo....





miércoles, septiembre 19, 2007

Despresurización y al vacío lo que es del vacío

Después de un par de electrocardiogramas y otros tantos análisis de sangre y tras una corta estancia en el hospital, vuelvo a estar con vosotros. Os pido perdón por esta ausencia, aunque tampoco os puedo asegurar que no vuelva a faltar a la cita en un futuro próximo. En fin, allá voy con una nueva aventura y pido perdón una vez más porque quizá echéis de menos mi magnífico y siempre brillante sentido del humor en este post. En esta ocasión, me atrevo con un tema que me fue sugerido por uno de vosotros hace ya unos meses. Se trata del asunto del comportamiento del cuerpo humano en condiciones de exposición al vacío del espacio exterior. Y quiero recalcar lo de “humano”, porque ya os podéis imaginar que la cosa no es aplicable a tipos como nuestro querido Supermán, que está más que harto de volar en ausencia de atmósfera o similar sin apenas inmutarse, pues para eso es un superhéroe procedente del lejano mundo de Krypton.
El tema de la exposición al vacío aparece en una gran cantidad de películas, novelas, cómics, series de televisión y hasta en la poesía. En El imperio contraataca (Star Wars Episode V: The Empire Strikes Back, 1980), el Halcón Milenario de Han Solo se detiene en un asteroide para evitar ser localizado por las tropas imperiales. Sus protagonistas se bajan de la nave y caminan por la inestable superficie ataviados con, únicamente, lo que parece una simple máscara de oxígeno. En 2001, una odisea espacial (2001: A Space Odissey, 1968), el astronauta Dave Bowman queda expuesto al vacío durante unos pocos segundos cuando regresa a la Discovery, tras ser saboteada por el ordenador de a bordo, HAL 9000. Mucho más espectaculares y sanguinolentas aparecen las imágenes de descompresiones súbitas que sufren los trabajadores de las prospecciones mineras en Atmósfera cero (Outland, 1981) o los “ojitos saltones” de Douglas Quaid (Arnold Schwarzenegger) en Desafío total (Total Recall, 1990), cuando se pasea por la superficie de nuestro vecino Marte. Finalmente, en la deslumbrante película de animación Titán A.E. (Titan A.E., 2000), dos de los protagonistas, Cale y Korso se autopropulsan por el espacio en ausencia de traje espacial alguno mediante un extintor de incendios al abandonar su nave averiada mientras mantenían un enfrentamiento con la raza invasora de los drej. Durante el viajecito, Korso le indica a su compañero que expulse todo el aire contenido en sus pulmones. ¿Son todas estas escenas fieles reflejos de lo que ocurriría en la realidad si un cuerpo humano sufriese una repentina exposición al vacío espacial? Pues tengo que deciros que hay de todo, como en botica. Los terribles efectos se pueden encontrar en la segunda edición del Bioastronautics Data Book NASA SP-3006, tal y como afirma el profesor Geoffrey A. Landis. Desgraciadamente, la consciencia solamente se podría mantener durante unos 10 segundos para una persona bien entrenada, como un astronauta (en realidad, podría ser bastante inferior para una persona no entrenada, ya que debido al susto y el subidón de adrenalina que se producirían, el oxígeno se quemaría a un ritmo muy superior). Rápidamente, surgirían parálisis y convulsiones por todo el cuerpo; se formaría vapor de agua en los tejidos más blandos, lo que provocaría una hinchazón del cuerpo hasta duplicarse su volumen (siempre que no se emplee un traje espacial). La presión en las arterias disminuye, mientras que en las venas aumenta hasta igualar e incluso superar a la primera. El resultado es que la sangre deja de circular. Debido a que el gas y el vapor de agua fluyen hacia el exterior del cuerpo, la evaporación enfría muy rápidamente la boca y la nariz, conduciéndolas a la congelación. La solución propuesta por Korso a Cale en Titán A.E., parece estar parcialmente justificada porque lo opuesto, es decir, mantener la respiración sería fatal. La causa es que el tejido pulmonar es extremadamente delicado y si el aire presurizado se mantuviese en su interior, la diferencia de presión con respecto al exterior (el vacío, donde la presión es nula) haría reventar literalmente los pulmones, como un globo cuando se pincha. De ahí que a este fenómeno se le conozca como descompresión explosiva. Sin embargo, de esto a lo que se muestra en Atmósfera cero o Desafío total, hay bastante distancia, resultando del todo irreal. Los efectos reales son bastante desagradables como para pintarlos aún peor sin ninguna necesidad.

Suele haber también la creencia de que la sangre llega a hervir. Nada más lejos de la realidad. Esto resulta muy sencillo de entender por lo siguiente: si os tomáis la tensión en casa o en una farmacia, comprobaréis que unos valores bastante típicos suelen ser “120 de máxima y 75 de mínima”. ¿Qué significa esto? Pues que vuestra presión arterial durante el movimiento sistólico del corazón es 120 mm de Hg superior a la presión exterior, mientras que durante el movimiento diastólico solamente es superior en 75 mm de Hg. Para que hirviese la sangre, su punto de ebullición debería estar por debajo de la temperatura del cuerpo humano (unos 37 ºC). Sin embargo, el punto de ebullición de un líquido depende de la presión. Si la presión exterior cae a cero durante una exposición al vacío, la temperatura de ebullición más baja posible de la sangre se daría a una presión de 75 mm de Hg (que es la mínima en nuestro cuerpo) y resulta ser de unos 46 ºC, es decir, nueve grados por encima de la temperatura corporal.

A la vista de todo lo anterior, no parece haber muchas esperanzas de sobrevivir a un accidente de exposición al vacío. Sin embargo, esto no es así. Tal y como cuenta el profesor Landis, existen casos documentados de personas expuestas y que lograron superar el mal trago. Así, en 1960, Joe Kittinger Jr. tuvo un accidente durante una ascensión en globo y posterior salto en paracaídas desde casi 31 km de altura. Se le produjo una fuga en uno de sus guantes. Sufrió un dolor intensísimo y su mano quedó inservible. Pero al llegar a tierra, logró recuperarse totalmente al cabo de unas 3 horas. Seis años después, un técnico de la NASA conseguía salir bien parado tras perder la consciencia en menos de 15 segundos al llevar a cabo un test con un traje espacial. La exposición sólo había durado medio minuto escasamente. También se recoge el caso de un astronauta, al que se le abrió un agujero de 3 mm en uno de sus guantes al pincharse accidentalmente con una barra metálica. Debido a una increíble casualidad, la piel de la mano selló el agujero y, al sangrar en el espacio, la sangre se coaguló y retuvo la barra dentro del agujero. Finalmente, menos suerte tuvieron a bordo de la Soyuz 11 en 1971, cuando se produjo una fuga de aire en la cápsula que condujo a la muerte de los tres tripulantes en menos de un minuto debido a que no llevaban trajes espaciales con la finalidad de aprovechar al máximo el sitio en el interior de la nave. Existe una aproximación, debida al profesor Andrew J. Higgins, para determinar el tiempo que tardaría una nave espacial en perder presión debido a un orificio o agujero en algún lugar de la misma. Os resumo brevemente en qué consiste. Lo primero que hay que hacer es suponer una velocidad de salida del aire por el orificio. En este caso, lo más simple resulta asumir que esta velocidad es justamente la del sonido. Después de unos cuantos detalles que no voy a comentar, se puede demostrar que el tiempo que emplearía el interior de la nave en despresurizarse desde un valor inicial hasta otro final, ambos fijados, aumenta con el valor del volumen de aire disponible y con el valor de la presión inicial, mientras que disminuye con valores más grandes del área del agujero (es decir, con el cuadrado de su diámetro), de la presión final alcanzada, así como con la temperatura de la nave espacial. Por poner unos números al asunto, imaginemos que disponemos de un habitáculo de unos 30 metros cúbicos (aproximadamente, el cuarto en el que me encuentro ahora mismo) en el vacío del espacio exterior, como le ocurre al clon de la intrépida teniente Ripley en Alien resurrección (Alien: Resurrection, 1997) y se abre un pequeño orificio de algo menos de 2 cm de diámetro en una de las ventanas. Si la nave se encuentra a 25 ºC y la presión del aire interior es de una atmósfera, el tiempo que tardaría en caer hasta la mitad de este valor (cuando la presión cae hasta este valor, el individuo entra en un estado de hipoxia crítica) sería de algo menos de 6 minutos. Evidentemente, dentro de una cápsula espacial actual existe un volumen de aire mucho más pequeño, lo cual explicaría la rápida muerte por asfixia de los tres cosmonautas de la Soyuz 11.

domingo, septiembre 16, 2007

Peleas y coreanos...

Esto es un video de una pelea protagonizada por los componentes de dos equipos de beisbol... hasta aqui todo bien, pero yo no acavo de comprender el porque, de este modo de pelea.

Pelea

viernes, septiembre 07, 2007

Level 70 Elite Tauren Chieftain

Como siempre llego tarde para enseñar curiosidades, pero bueno, ya sé que casi todos conocéis esto pero por si las moscas acá va una curiosidad. Son videoclips de un grupo llamado Level 70 Elite Tauren Chieftain (abreviando L70ETC) formado como no podía ser de otra manera, con personajes de la mejor facción del WoW; la Horda. Sea quien se haya currado esto tiene muuuucho tiempo libre...






martes, septiembre 04, 2007

Another Post

Bueno aquí tenéis otro post, y para no aburriros, he decidido variar y no poner alguna frikada relacionada con la ciencia ficción. Son unos videos de la serie Huerfanos Electrónicos, perfectos para continuar, después de haber olvidado el rollete sobre los 4 fantásticos gracias al gran post de Dawe (Válido para olvidar casi cualquier post).





domingo, septiembre 02, 2007

Control mental

Hablando de los 4 fantásticos... mirad fijamente esta imagen durante 30 segundos y luego comprobad cuánto recordáis del post anterior...


Aunque debo decir que el post anterior me ha gustado mucho.

sábado, septiembre 01, 2007

Kama Sutra para un superhéroe o cómo hacer un 69 en ausencia de pareja

Desde su primera aparición en el mundo del cómic, allá por el año 1961, los 4 fantásticos se han convertido en un clásico indiscutible del género. Reed Richards, Ben Grimm y los hermanos Storm, Susan y Johnny conforman este cuarteto de superhéroes con poderes un tanto peculiares. Tras embarcarse en la expedición de sus vidas a bordo de una nave espacial, se ven sorprendidos por una extraña tormenta cósmica que les afecta a todos ellos de muy diferentes maneras. Susan es capaz de hacerse invisible y de generar campos de fuerza, Su hermano Johnny arde como una tea y es capaz de emular al mismísimo Supermán volando sin capa, Ben Grimm sufre una metamorfosis de lo más singular que le hace ser de piedra y el doctor Richards descubre que puede estirar, contraer y retorcer sus miembros a voluntad. A partir de aquí, no podían dedicarse a otra cosa que no fuese desfacer entuertos y proteger a la incauta raza humana, siempre presa fácil de supermalvados como Victor von Doom o, más recientemente, el devorador de mundos Galactus, a través de su heraldo el surfero plateado (siempre pensé que todos los surferos eran rubios y de ojos azules).

Dejando a un lado las habilidades del hombre de piedra (conocido por La Cosa) y de su incansable hostigador flamígero (Antorcha Humana), las cuales me resultan francamente difíciles de justificar o analizar desde un punto de vista científico y, dado que ya os he hablado en alguna ocasión de la invisibilidad, me centraré en este artículo en el personaje del atractivo doctor Richards, apodado con no demasiada originalidad como Mr. Fantástico. ¿Cómo se puede justificar el hecho de que un cuerpo humano pueda alargarse hasta longitudes inimaginables, sin sufrir una rotura, una dislocación o cualquier otra lesión cuando menos dolorosa? ¿Puede el sufrido Mr. Fantástico llevar a cabo semejantes hazañas con cualquier parte de su cuerpo? ¿Será el principio del fin de las clínicas donde se practican alargamientos de miembros no favorecidos por la selección natural? ¿Qué hombre no quisiera ser como él?

Bueno, chorradas de rigor aparte, y dado que éste es el último post antes de mis merecidísimas vacaciones, quiero dejaros un buen sabor de boca hasta mi regreso y, por ello, procederé a continuación a daros unos muy buenos consejos para que podáis emular los logros del bueno de Reed. Es bien sabido que todos los materiales habidos y por haber presentan, de una manera u otra, ciertas propiedades elásticas. En particular, las sustancias sólidas que existen en la naturaleza nunca son perfectamente rígidas, es decir, siempre que les apliquemos una fuerza suficientemente poderosa, se deformarán y cambiarán de forma. Así, por ejemplo, una barra de forma cilíndrica, puede aumentar o disminuir de longitud cuando se le aplican sendas tensiones en cada una de sus bases, ya sean hacia fuera del cilindro (tracción) o hacia dentro del mismo (compresión), respectivamente. Existe una relación matemática entre el aumento relativo de la longitud (deformación) de la barra y la fuerza por unidad de área transversal (esfuerzo) que hemos aplicado, a través de un parámetro físico denominado módulo de Young. Lo más llamativo e importante de este módulo de Young es que no depende para nada del tamaño ni la geometría del cuerpo, sino únicamente de la naturaleza física del mismo, es decir, exclusivamente del tipo de material del que esté constituido. Si se representa en una gráfica la variación del esfuerzo en función de la deformación, se puede observar una zona recta o lineal, es decir, que si se duplica la fuerza por unidad de área la variación relativa de longitud también se duplica. Sin embargo, si se siguen incrementando bien la tracción, bien la compresión sobre el material, llega un momento en que la longitud del mismo se modifica más rápidamente de lo esperado. En este caso, se suele decir que el cuerpo ha sobrepasado su límite elástico, quedando deformado permanentemente. Esto quiere decir que ya no recupera su forma original. En la gráfica anterior se pueden distinguir otras regiones, como la denominada “zona de fluencia”. Cuando el material se encuentra en esta región, incrementos pequeños en el esfuerzo dan lugar a deformaciones sustanciales que pueden conllevar, en algunos casos, la rotura. Al alcanzar el llamado límite de rotura, la fractura del cuerpo no se produce de forma instantánea ya que se modifican sus propiedades físicas, al mismo tiempo, sufriendo deformaciones incluso en ausencia de esfuerzos aplicados Si las tensiones son suficientemente pequeñas como para no rebasar el límite elástico pero se mantienen durante lapsos de tiempo prolongados, no dan lugar a deformaciones permanentes pero, en cambio, aparece la llamada histerésis elástica, en la que el material recupera su longitud original, pero al cabo de un cierto tiempo más o menos largo.

Materiales como el acero presentan un módulo de Young de 200.000 millones de pascales, el granito cuatro veces menor, el cobre poco más de la mitad y el aluminio la tercera parte. Si una barra de acero se alarga por encima de un 0,15 % de su longitud inicial, se habrá rebasado su límite elástico. Si la relación entre el esfuerzo aplicado y la deformación fuese siempre lineal, como ocurre siempre dentro del límite elástico, la presión que habría que aplicarle a la barra para duplicar su longitud debería ser igual a su módulo de Young, o sea, 200.000 millones de pascales, que es prácticamente la presión que existe en el centro de la Tierra.

A la vista del párrafo anterior, parece que nuestro superhéroe de canosas patillas lo tiene más que difícil para lograr proezas como las que nos pretende hacer creer. Existen materiales, denominados elastómeros, que pueden duplicar o triplicar su longitud inicial. La arteria aorta presenta un parecido considerable con un elastómero como el caucho. Sus límites elástico (1,21 millones de pascales) y de rotura (1,27 millones de pascales) son casi iguales, lo que significa que es posible estirarla hasta casi romperla sin producirle una deformación permanente. Sin embargo, para duplicar la longitud de la aorta habría que someterla a un esfuerzo de 0,79 millones de pascales. Esta es prácticamente la presión que existe en el océano, a unos 70 metros de profundidad. Otras partes diferentes del cuerpo humano, como son los huesos presentan módulos de Young casi 10 veces inferiores al del acero. Así, por ejemplo, un fémur tiene por módulos de Young 16.000 millones de pascales cuando se le somete a tracción y tan sólo algo más de la mitad de ese valor cuando es sometido a compresión. Una vértebra presenta valores cien veces más pequeños que los correspondientes al fémur y casi iguales que los de una uña del dedo pulgar. Finalmente, una oreja sólo puede soportar deformaciones del 30 % antes de romperse, un cabello el 40 % (cuando se le cuelga una masa de 120 gramos, se rompe) y un fémur únicamente un 1,4 % , haciendo falta un peso de 5 toneladas para hacerlo quebrarse.

¿Cómo hace, entonces, Mr. Fantástico para conseguir alargar sus brazos o sus piernas hasta longitudes inimaginables y que el cúbito, el radio o el fémur no se queden atrás, dejando completamente fláccido el miembro en cuestión? ¿De dónde surgen las fuerzas responsables de las deformaciones? ¿Será otro mecanismo físico el responsable de sus superpoderes? Una alternativa posible podría ser el aumento de temperatura de su cuerpo. Efectivamente, todos sabemos que al aumentar la temperatura de un cuerpo se produce casi siempre (el agua no cumple esto, ya que entre 0 ºC y 4 ºC aumenta de volumen al enfriarse, como habréis comprobado más de una vez al introducir una botella demasiado llena en el congelador de vuestro frigorífico) una dilatación del mismo. El aumento de longitud que sufre un cuerpo al experimentar un cambio en su temperatura, se puede cuantificar mediante el llamado coeficiente de dilatación lineal. La mayoría de los cuerpos sólidos presentan valores de este coeficiente del orden de 0,00001 (en unidades del Sistema Internacional). Análogamente a lo que sucedía con el módulo de Young, el inverso del coeficiente de dilatación lineal representa el incremento de temperatura necesario para que la longitud del cuerpo se duplique. Además, los cuerpos se dilatan tanto más cuanto más grande es su longitud inicial. Así, por ejemplo, una barra de hierro de medio metro de longitud que se encuentra a 15 ºC, deberá alcanzar los 84.000 ºC para que su longitud sea de un metro. Verdaderamente hay que poner caliente a Mr. Fantástico para que sus miembros puedan alargarse hasta donde se puede ver en las escenas de máxima acción. ¿Tendrá todo ello algo que ver con las dudas que parece albergar Sue Storm a la hora de casarse con él? ¿Por qué todas las mujeres le miran con expresión satisfecha durante la despedida de soltero que celebra en la última película Los 4 Fantásticos y el Silver Surfer? ¿Cuál es la extraña razón por la que no se dilata Johnny Storm cuando se encuentra bajo sus aspecto de Antorcha Humana?

La verdad es que, quitando las alegrías sexuales que le pueda proporcionar Reed a la neumática Sue (y viceversa), el asunto de los hijos va a ser más complicado. A poco que dilate nuestro amigo con la temperatura, los espermatozoides, tan sensibles ellos que se esconden en la bolsa escrotal, fenecerán y su esterilidad podría ser motivo serio de divorcio. Mejor probar posturas nuevas y dejar la descendencia para otros…