sábado, septiembre 01, 2007

Kama Sutra para un superhéroe o cómo hacer un 69 en ausencia de pareja

Desde su primera aparición en el mundo del cómic, allá por el año 1961, los 4 fantásticos se han convertido en un clásico indiscutible del género. Reed Richards, Ben Grimm y los hermanos Storm, Susan y Johnny conforman este cuarteto de superhéroes con poderes un tanto peculiares. Tras embarcarse en la expedición de sus vidas a bordo de una nave espacial, se ven sorprendidos por una extraña tormenta cósmica que les afecta a todos ellos de muy diferentes maneras. Susan es capaz de hacerse invisible y de generar campos de fuerza, Su hermano Johnny arde como una tea y es capaz de emular al mismísimo Supermán volando sin capa, Ben Grimm sufre una metamorfosis de lo más singular que le hace ser de piedra y el doctor Richards descubre que puede estirar, contraer y retorcer sus miembros a voluntad. A partir de aquí, no podían dedicarse a otra cosa que no fuese desfacer entuertos y proteger a la incauta raza humana, siempre presa fácil de supermalvados como Victor von Doom o, más recientemente, el devorador de mundos Galactus, a través de su heraldo el surfero plateado (siempre pensé que todos los surferos eran rubios y de ojos azules).

Dejando a un lado las habilidades del hombre de piedra (conocido por La Cosa) y de su incansable hostigador flamígero (Antorcha Humana), las cuales me resultan francamente difíciles de justificar o analizar desde un punto de vista científico y, dado que ya os he hablado en alguna ocasión de la invisibilidad, me centraré en este artículo en el personaje del atractivo doctor Richards, apodado con no demasiada originalidad como Mr. Fantástico. ¿Cómo se puede justificar el hecho de que un cuerpo humano pueda alargarse hasta longitudes inimaginables, sin sufrir una rotura, una dislocación o cualquier otra lesión cuando menos dolorosa? ¿Puede el sufrido Mr. Fantástico llevar a cabo semejantes hazañas con cualquier parte de su cuerpo? ¿Será el principio del fin de las clínicas donde se practican alargamientos de miembros no favorecidos por la selección natural? ¿Qué hombre no quisiera ser como él?

Bueno, chorradas de rigor aparte, y dado que éste es el último post antes de mis merecidísimas vacaciones, quiero dejaros un buen sabor de boca hasta mi regreso y, por ello, procederé a continuación a daros unos muy buenos consejos para que podáis emular los logros del bueno de Reed. Es bien sabido que todos los materiales habidos y por haber presentan, de una manera u otra, ciertas propiedades elásticas. En particular, las sustancias sólidas que existen en la naturaleza nunca son perfectamente rígidas, es decir, siempre que les apliquemos una fuerza suficientemente poderosa, se deformarán y cambiarán de forma. Así, por ejemplo, una barra de forma cilíndrica, puede aumentar o disminuir de longitud cuando se le aplican sendas tensiones en cada una de sus bases, ya sean hacia fuera del cilindro (tracción) o hacia dentro del mismo (compresión), respectivamente. Existe una relación matemática entre el aumento relativo de la longitud (deformación) de la barra y la fuerza por unidad de área transversal (esfuerzo) que hemos aplicado, a través de un parámetro físico denominado módulo de Young. Lo más llamativo e importante de este módulo de Young es que no depende para nada del tamaño ni la geometría del cuerpo, sino únicamente de la naturaleza física del mismo, es decir, exclusivamente del tipo de material del que esté constituido. Si se representa en una gráfica la variación del esfuerzo en función de la deformación, se puede observar una zona recta o lineal, es decir, que si se duplica la fuerza por unidad de área la variación relativa de longitud también se duplica. Sin embargo, si se siguen incrementando bien la tracción, bien la compresión sobre el material, llega un momento en que la longitud del mismo se modifica más rápidamente de lo esperado. En este caso, se suele decir que el cuerpo ha sobrepasado su límite elástico, quedando deformado permanentemente. Esto quiere decir que ya no recupera su forma original. En la gráfica anterior se pueden distinguir otras regiones, como la denominada “zona de fluencia”. Cuando el material se encuentra en esta región, incrementos pequeños en el esfuerzo dan lugar a deformaciones sustanciales que pueden conllevar, en algunos casos, la rotura. Al alcanzar el llamado límite de rotura, la fractura del cuerpo no se produce de forma instantánea ya que se modifican sus propiedades físicas, al mismo tiempo, sufriendo deformaciones incluso en ausencia de esfuerzos aplicados Si las tensiones son suficientemente pequeñas como para no rebasar el límite elástico pero se mantienen durante lapsos de tiempo prolongados, no dan lugar a deformaciones permanentes pero, en cambio, aparece la llamada histerésis elástica, en la que el material recupera su longitud original, pero al cabo de un cierto tiempo más o menos largo.

Materiales como el acero presentan un módulo de Young de 200.000 millones de pascales, el granito cuatro veces menor, el cobre poco más de la mitad y el aluminio la tercera parte. Si una barra de acero se alarga por encima de un 0,15 % de su longitud inicial, se habrá rebasado su límite elástico. Si la relación entre el esfuerzo aplicado y la deformación fuese siempre lineal, como ocurre siempre dentro del límite elástico, la presión que habría que aplicarle a la barra para duplicar su longitud debería ser igual a su módulo de Young, o sea, 200.000 millones de pascales, que es prácticamente la presión que existe en el centro de la Tierra.

A la vista del párrafo anterior, parece que nuestro superhéroe de canosas patillas lo tiene más que difícil para lograr proezas como las que nos pretende hacer creer. Existen materiales, denominados elastómeros, que pueden duplicar o triplicar su longitud inicial. La arteria aorta presenta un parecido considerable con un elastómero como el caucho. Sus límites elástico (1,21 millones de pascales) y de rotura (1,27 millones de pascales) son casi iguales, lo que significa que es posible estirarla hasta casi romperla sin producirle una deformación permanente. Sin embargo, para duplicar la longitud de la aorta habría que someterla a un esfuerzo de 0,79 millones de pascales. Esta es prácticamente la presión que existe en el océano, a unos 70 metros de profundidad. Otras partes diferentes del cuerpo humano, como son los huesos presentan módulos de Young casi 10 veces inferiores al del acero. Así, por ejemplo, un fémur tiene por módulos de Young 16.000 millones de pascales cuando se le somete a tracción y tan sólo algo más de la mitad de ese valor cuando es sometido a compresión. Una vértebra presenta valores cien veces más pequeños que los correspondientes al fémur y casi iguales que los de una uña del dedo pulgar. Finalmente, una oreja sólo puede soportar deformaciones del 30 % antes de romperse, un cabello el 40 % (cuando se le cuelga una masa de 120 gramos, se rompe) y un fémur únicamente un 1,4 % , haciendo falta un peso de 5 toneladas para hacerlo quebrarse.

¿Cómo hace, entonces, Mr. Fantástico para conseguir alargar sus brazos o sus piernas hasta longitudes inimaginables y que el cúbito, el radio o el fémur no se queden atrás, dejando completamente fláccido el miembro en cuestión? ¿De dónde surgen las fuerzas responsables de las deformaciones? ¿Será otro mecanismo físico el responsable de sus superpoderes? Una alternativa posible podría ser el aumento de temperatura de su cuerpo. Efectivamente, todos sabemos que al aumentar la temperatura de un cuerpo se produce casi siempre (el agua no cumple esto, ya que entre 0 ºC y 4 ºC aumenta de volumen al enfriarse, como habréis comprobado más de una vez al introducir una botella demasiado llena en el congelador de vuestro frigorífico) una dilatación del mismo. El aumento de longitud que sufre un cuerpo al experimentar un cambio en su temperatura, se puede cuantificar mediante el llamado coeficiente de dilatación lineal. La mayoría de los cuerpos sólidos presentan valores de este coeficiente del orden de 0,00001 (en unidades del Sistema Internacional). Análogamente a lo que sucedía con el módulo de Young, el inverso del coeficiente de dilatación lineal representa el incremento de temperatura necesario para que la longitud del cuerpo se duplique. Además, los cuerpos se dilatan tanto más cuanto más grande es su longitud inicial. Así, por ejemplo, una barra de hierro de medio metro de longitud que se encuentra a 15 ºC, deberá alcanzar los 84.000 ºC para que su longitud sea de un metro. Verdaderamente hay que poner caliente a Mr. Fantástico para que sus miembros puedan alargarse hasta donde se puede ver en las escenas de máxima acción. ¿Tendrá todo ello algo que ver con las dudas que parece albergar Sue Storm a la hora de casarse con él? ¿Por qué todas las mujeres le miran con expresión satisfecha durante la despedida de soltero que celebra en la última película Los 4 Fantásticos y el Silver Surfer? ¿Cuál es la extraña razón por la que no se dilata Johnny Storm cuando se encuentra bajo sus aspecto de Antorcha Humana?

La verdad es que, quitando las alegrías sexuales que le pueda proporcionar Reed a la neumática Sue (y viceversa), el asunto de los hijos va a ser más complicado. A poco que dilate nuestro amigo con la temperatura, los espermatozoides, tan sensibles ellos que se esconden en la bolsa escrotal, fenecerán y su esterilidad podría ser motivo serio de divorcio. Mejor probar posturas nuevas y dejar la descendencia para otros…

1 comentario:

Astur dijo...

Bueno, tras una temporada de ausencia, en la que podéis haber descansado de mis posts, o incluso haber olvidado mi existencia...Lo lamento, he vuelto con otro post, largo para variar, pero que viene al pelo con la nueva peli de los 4 fantásticos.