sábado, enero 12, 2008

El Mundo de la Patología (aquello que muchos jamás se imaginaron)

El mundo de la Patología es sin duda apasionante, no obstante, es también un mundo desconocido y poco explorado por el resto de médicos. Son pocos los que se atreven a profundizar más allá de los límites del extraño ubíluco que ocupan los Patólogos. ¡Claro! los Patólogos, esos extraños seres que decidieron entregar su vida a tan extraña tarea... Pues bien, en esta primera lección pretendo acercaros un poco más a una de las más extrañas criaturas que merodean por los pasillos de la mayor parte de los servicios de Patología, el comunmente conocido como Pringui Mayor.

Descripción Macroscópica:
Individuo de edad comprendida entre los 24 y 30 años de media, cuyas altura, anchura y profundidad suele variar en función del contenido. Dependiendo de la cantidad de pigmento retenido en su superficie, su coloración externa puede variar del rosa pálido al marrón oscuro-negro. Asimismo, su cara es el vivo reflejo de todo lo que su interior guarda.

Actividad:
El Pringui común tiene unos hábitos de vida fijos.
Primeras horas: Comienza el día a las 6.00, tras una breve ducha y un desayuno rápido se dispone a ir a su lugar de trabajo (véase más adelante, en próximas entregas: Ubículo de Patología). Suele llegar media hora antes de lo que se espera de él y sin más demora se dispone a dictar las 50 descripciones detalladas de las 50 respectivas piezas que tuvo que procesar el día anterior. Acto seguido se hace inminente la llegada del jefe de Servicio, esa figura intimidante que causa pavor al Pringui. Con la llegada de tan curioso personaje, se da inicio a la denominada Sesión de patología durante la cual el jefe no deja de hablar y decir miles de burradas, millones de barbaridades sobre la vida en general (y su vida en particular) y unas poquitas de verdades interesantes sobre Anatomía Patológica. Este periodo bien puede alargarse hasta las 10 de la mañana.
Desayuno: Este es uno de los momentos preferidos por el Pringui, es libre por unos minutos, para retomar fuerzas, criticar la sesión y cagarse en la puta madre que parió al cabronazo del pedazo de hijo de puta del jefe.
La mañana: La mañana comienza con parte de desconcierto, demasiadas tareas entre las que el Pringui no sabe por cual decidirse. “¿Qué haremos ahora?”, “¿comienzo por rebajar mi “montoncito” de solicitudes que me esperan pacientes sobre la nevera?” “¿empiezo a mirarme las laminillas para tener una idea cuando las mire con el adjunto?”, “¿voy en busca del adjunto para diagnosticar las biopsias y empezar a cerrar casos?” . Pongamos por ejemplo que el Pringui decida comenzar a usar su microscopio, pues la cantidad de laminillas que se acumulan en su mesa, deben de ser vistas por él antes que por ningún otro, para que sea el primero en diagnosticarlas. Claaaaaaro! Piel, esto es piel, pero.... ¿qué coño tiene?, ¿qué es esta puta célula? (no os preocupeis no será nada, contaminación, alguna porqueria sobre el porta o un inocente linfocito), ¡oh, sí! esto es clarisimamente displasia ( apuesto lo que sea que acaban siendo cambios reactivos), o bien, ¡bah! esto es de lo más normal ( tumor de células en anillo de sello que cae). En fin, que según avanza en el mar de laminillas y casos pendientes, el Pringui se hace cada vez más consciente de su ineptitud. Además cae en la cuenta que en el tiempo que está perdiendo mirando celulitas rosa que no es capaz de identificar, la cantidad de solicitudes que deben de acumularse sobre la nevera en su montoncito, deben de ir creciendo, creciendo, creciendo, creciendo... bueno, ya me entendeis.
Y entonces se levanta decidido, camina seguro de si mismo hacia la sala de Macros, se pone los guantes y llega la neverita de recepción de muestras. No falla, la primera faena es una placenta, una linda, fresca y sanguinolenta placenta. Antes de ponerse manos a la obra con ella repasa lo que le viene después: otra placenta, otra placenta.... así hasta unas 10. Mejor no sigue mirando, o se deprime... ¿por qué narices pare tanto la gente?, ¿cómo es posible? Está claro, sólo mirando los apellidos de las señoras que dejan allí su placentita uno se da cuenta del motivo. Y entonces llega otro de esos momentos de regocijo del Pringui. Por su cabeza pasa la idea que si él tiene hoy 10 placentas (más las 10 de su compañero), eso significa que el ginecólogo... muahahaha!. En fin, manos a la obra.
(continuará)

3 comentarios:

Astur dijo...

Interesante curro

Feinstone dijo...

A mi lo que más me llama la atención es la aceptación del "pringui común" como tal.

Akena dijo...

Esto... me parece harto interesante toda tu exposición sobre los pringuis... pero... acaso con ese final placentario has querido sugerir algo sobre el pringamiento ginecológico/obstétrico? Porque si es así, te doy toda la razón... y a la vez me alegro que mañana haya encima d la mesa del patólogo 7 placentas que he sacado amorosamente para que las observe :D