Mail para Alexander

Apreciado Alexander,
A pesar que mi última misiva data de la semana pasada, los acontecimientos recientes en la ciudad no hacen sino poner de manifiesto que la situación se ha hecho incontrolable para el príncipe.
Debido a circunstancias que ahora resultaría tedioso relatar con detalle, el grupo que le referí en mi anterior mensaje fue contratado junto conmigo por parte de Silvia LaBern- como seguro sabe miembro del Consejo de la ciudad- para descubrir la razón por la cual sus entregas a clientes siempre fracasaban. Nuestras pesquisas nos condujeron hacía un expolicía internado en un manicomio. Allí nos introdujimos con la intención de interrogar al individuo sobre lo que sabía al respecto, pero ello nos fue del todo imposible ya que fuimos atacados por un La Sombra. Nosotros sobrevivimos a sus ataques, pero nos fue del todo imposible mantener con vida al expolicía.
Después de ese episodio dantesco en el manicomio, que puso de manifiesto que la Mascarada en Barcelona es algo más bien poco respetado, visitamos a Silvia LaBern para saber si ella ya conocía la naturaleza del enemigo contra el que nos enviaba a luchar. Su respuesta nos dejó anonadados, puesto que al parecer ella ya era sabedora de quién era su enemigo y lo había dado a conocer al príncipe sin que él hiciera algo por su parte. Fuimos requeridos a seguir investigando sobre el paradero de esa La Sombra.
En ello estábamos cuando una noche el príncipe nos llamó a su mansión. Allí nos encontramos con el Consejo en pleno, excepto Silvia. Perplejos recibimos la noticia que Silvia LaBern había sido asesinada y todo indicaba que en manos de un La Sombra. Fuimos interrogados por los miembros del Consejo con actitud beligerante del príncipe, quien en su línea habitual, en lugar de reconocer en este desastre una evidente negligencia suya por hacer caso omiso a las peticiones de ayuda de Silvia, pretendía culparnos a nosotros por ser incapaces de hacer el que es su trabajo.
Despedidos por el Consejo, cada uno de nosotros fuimos a ocuparnos de nuestros asuntos. Mas recibimos una llamada de ayuda para socorrer a dos Toreadores en peligro. Acudimos en seguida a la galería de arte que regentan ambos, donde nos tuvimos que enfrentar a un guerrero de Shian que había cobrado vida. Una vez lo hubimos vencido, descubrimos con pesar que los Toreadores habían sido asesinados. A la salida de la galería de arte nos encontramos con Julius, miembro del Consejo, quien debía encontrarse con uno de los Toreadores esa misma noche allí. Así pues, fuese quien fuese el que deseaba deshacerse de otro de los miembros del Consejo, tal vez para controlarlo más fácilmente, nosotros lo salvamos y evitamos. Creo por esta razón hoy nos encontramos en esta situación.
Puesto que hoy mismo al anochecer hemos sido requeridos, con total falta de decoro por parte de los hombre del príncipe, ante el Consejo de nuevo. El príncipe nos ha acusado de haber asesinado a los Toreadores y, de hecho, daba por segura la setencia sin consultar con los otros miembros del reducido Consejo ahora que Silvia ha sido eliminada. Sin embargo, el príncipe por el momento ha visto aplacada su venganza contra aquellos que hemos mostrado su inoperancia en el cargo, ya que Erica Schönler ha determinado las pruebas insuficientes y nos ha dado cinco noches para demostrar nuestra inocencia.
Ahora en eso nos ocupamos y estoy seguro que la verdad saldrá a la luz, pero la actitud de animadversión del príncipe hacia nosotros me obliga a adevtirle que si no recibe regularmente comunicaciones de mi parte deduzca que la situación en Barcelona ha empeorado radicalmente.
Atentamente,
Hans Schirmer